Veiled Impediment Confluences

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Harry le dedicó una pequeña sonrisa a Sirius cuando se le acercó en su casa la noche después de su regreso, luego frunció el ceño ante la tensión en el rostro de su padrino. Todavía estaba agotado por la escuela, el funeral de Dumbledore y ayudar a Sirius a reconstruir el Fidelius, y se preguntaba si era horrible esperar que lo que fuera que estaba mal no implicara mucho esfuerzo por parte de Harry. —¿Qué esta pasando?— preguntó, esperando sonar asertivo en lugar de acusatorio.

—Ven conmigo— dijo Sirius —Vamos.—

Condujo a Harry a la maldita sala de tapices, donde esperaba una figura que, por un momento, Harry no pudo procesar. —¡Tú!—

—Harry...—

Snape no se defendió cuando Harry se acercó a él, lo golpeó en la cara y le sujetó la garganta contra la pared con el antebrazo. —Ahora esa es una respuesta apropiada al verme— jadeó. Miró por encima del hombro de Harry, sonando casi divertido. —Así es como deberías haber reaccionado, memorízalo.—

Harry entrecerró los ojos y hundió su varita en la mejilla de Snape. —¿Qué diablos estás haciendo en mi casa?—

Sirius tiró del hombro de Harry. —Déjalo ir, Harry—

—¡Él asesinó a Dumbledore!—

— Déjalo ir— Sirius clavó una mirada severa en Harry. —Ahora

Fue la sorpresa ante esta severidad más que el miedo real lo que lo llevó a obedecer; no podía recordar la última vez que Sirius había actuado como un padre en lugar de un tío frío y permisivo. —¿Qué esta pasando?—

Sirius fue hacia Snape y se pasó las manos por la cara y el cuello; Harry se quedó boquiabierto. —¿Severus? ¿Estás bien?—

—Estoy bien— dijo Snape. —Estoy bien, yo... déjame ir, Sirius, tu ahijado pensará que te he hechizado.—

Eso no se le había ocurrido a Harry hasta ahora, pero parecía la explicación más plausible. —¿Amortentia o el imperius?— demando. Sirius parpadeó. —¿Qué diablos le has hecho? Nosotros... ¿es por eso que querías que escribiera la maldita dirección? ¿Entonces podrías dejar que Snivellus entre en tu casa?—

Sirius suspiró, parecía exhausto. —Él no me ha hecho nada, Harry. Ni siquiera quiere ser amado. Y no lo llames así. ¿Podrías dejarlo, por favor? Dumbledore ya se estaba muriendo, tu viste su mano. Pero la cubierta de Sev es... él me enseñó Oclumancia, revisa mis escudos.—

Harry lo hizo; Sirius le envió un recuerdo de él y Snape, acostados en la cama mirándose a los ojos mientras hablaban sobre la estrategia para la Orden y la guerra. —Está de nuestro lado. Pero nadie puede saberlo, ni Voldemort, ni siquiera puedes decírselo a Ron y Hermione. A menos que tengas ganas de enseñarles Oclumancia también.—

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