01

338 19 0
                                    

—¿Por qué tienes un traje de enfermera, May? —preguntó confusa a su amiga

—¿Eh? —la chica miró su uniforme antes de taparse con sus elytras, se había olvidado de cambiarse—. No es nada, solo ignóralo.

Asintió con extrañeza. Desde hace un mes, Mayichi empezó a aparecer con diversos trajes u objetos cada más extraños. Pasó de una enfermera, a una entrenadora, policía, miembro de algún equipo villano de Pokémon. Todo por peticiones de Folagor o al menos eso creía. No lo veía demasiado fuera de lugar, eran pareja y tenían su derecho, pero no soportaría ver a su supuesta mejor amiga corromperse hasta desarrollar extraños fetiches.

En ese mismo mes en que empezaron a salir, gracias a una fiesta de Crisgreen, las dos también se volvieron pareja. Su sorpresa fue tal que no durmió en toda la noche por no saber cómo responder a la declaración de Mayichi. Eran amantes y solo Mary, tal vez Crisgreen, lo sabía por la confesión de Cristinini estando borracha. Su única preocupación era que los fetiches que tenía con el chico fan de Pokémon no pasara a su relación.

—Mientras no te diga de tocar sus pokebolas, por mí está bien—la chica rio—. ¿Qué?

—Nada, es solo que...es divertido verte celosa.

—No estoy celosa, es solo que—soltó un suspiro—, bueno, tal vez un poco.

Desvió la mirada, no quería admitirlo, pero a veces deseaba no controlarse frente a los de Team Tenemos y demostrar lo equivocados que estaban ante la relación que tenían ambas. Era amor, no amistad, uno que estaría floreciendo de forma más rápida que la de ellos dos. Solo se demostraban afecto frente a los del Imperio, quienes le hacían bromas sobre amantes, pero estaba segura que le apoyarían.

—Ey, May—ambas se miraron fijamente—, hice algunas remodelaciones en mi cuarto y necesito algunas opiniones, ¿me ayudas?

—Claro, con mucho gusto—le sonrió provocando un leve sonrojo en la rubia, amaba verle tan radiante.

Se tomaron de la mano para caminar. Aunque el trayecto fuera corto, siempre disfrutaban de las pequeñas muestras. Estaba mal su relación, lo supo desde que aceptó esconderse bajo la sombra de otra pareja que estuvo en boca de todos tanto para burlas como deseos de felicidad. Pero hasta que terminara no la soltaría, incluso si llegaban hasta trescientas personas más a sus vidas.

Cuando entraron a la habitación, Cristinini empujó a Mayichi contra la cama y se colocó encima suya acomodándose entre sus piernas. La castaña estaba totalmente confundida, más al ver el rostro de frustración que tenía su novia. Entendiendo medianamente que estaba en su cabeza, le abrazó y la acostó encima.

—Está bien, ya todo acabará, lo prometo—le murmuró acariciándole el pelo con suavidad.

Quedaron de esa forma por una hora entera. Mayichi la acomodó en su cama cuando sintió que se durmió, se despidió dándole un beso en la frente luego de taparla con las sábanas. Amaba locamente a la mujer que se burló de ella al casi morir por culpa de osos polares.

.

—Pensé que ya no vendrías.

El chico de cabello rosa la miró con una sonrisa de alivio, tenía un ramo de flores celeste que consiguió gracias a Gona. Tenían una cita para la tarde, antes que caiga el sol, pero Mayichi apareció justo para este.

—Tuve un pequeño retraso—sonrió también y miró a la gran torre de Folagor—, algo pasó en La República, tenía que ayudar a Cris, pero todo está controlado.

—Bueno, entonces, ¿podemos iniciar la cita? —ella asintió—. Tengo un maravilloso lugar para mostrarte.

.

—Es todo lo que pasó hasta el momento, realmente se siente extraño, pero me gusta este juego de alguna forma—terminó de contar la rubia mientras jugaba con Ladilla.

—¿Tanto tiempo están juntas? ¿Por qué no me lo dijo? Se supone que somos mejores amigos.

Shadoune se cruzó de brazos, estaba indignado de que Mayichi le ocultase algo importante como una relación secreta con la mujer que siempre intentó ligar.

—Entonces, ¿va a cortar con Fola?

—No lo sé, a veces es extraño ver qué pasa en su mente—suspiró sacudiendo su cabeza para alejar ciertos pensamientos—. Pero quiero creer, no, voy a creer en su palabra.

—Está bien, cuentan con todo el apoyo del Imperio.

Cristinini vio en lo que estaba encima de la mesa de trabajo del francés, unos palos recién conseguidos. Tomó uno y se puso su escudo, tiró el otro a Shadoune quien lo agarró en el aire.

—¿Pelea de palos?

—Un guerrero nunca huye. 

Pequeños Momentos | MayininiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora