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Noche de agosto, casi de madrugada, Cristinini había ido a la base de su nakama Carlos Novato. Todos habían dejado el suyo para cuando llegó, todos menos su novia, esta estaba construyendo a un lado mientras hablaba con el caballero del infierno. Tenía una radio encendida, estaba escuchando cumbia argentina a casi todo volumen. Si alguien estuviera cerca, ya los hubieran echado. Después de pasar los saludos, explicar su regalo y acosar a Farfadox para saber sobre su proyecto secreto; Mayichi decidió mostrarle un lugar con el que solo debía ir con alguien importante.

—A que es hermoso, Cristina—la castaña miraba al horizonte con nostalgia.

En la base de Killer había una colina con un banco que daba unas bellísimas vistas del cielo, del reino que construyó en general. Ambas estaban sentadas al lado de la otra, tomadas de las manos, agradecía haber acabado su regalo o estaría sufriendo en esos momentos. Fue entonces que llegó el amanecer, pasaron las horas que quedaba a la madrugada en silencio, Cristinini se levantó de su asiento.

—Algún día, todo esto será nuestro, Mayichi—la melodía del Rey León estaba en su cabeza—. Todo lo que toca la luz, este castillo y estas tierras, tendrás el castillo que mereces, luego nos iremos en el barco de Carlos a nuevas aventuras.

—Es el mejor plan que me han propuesto, nunca me podría negarme a ello—se miraron fijamente con una sonrisa, pero Cris cambió a un tono dramático.

—Tendrás que despedirte de Folagor, pero no te preocupes, vendrán tiempos mejores.

—Mientras me tiendas tu mano, la tomaré y no tendré miedo—Mayichi tomó la mano izquierda de la rubia, luego besó los nudillos—. Te seguiré hasta el fin del mundo, Cris.

La escena no había terminado en la broma que pensaba hacer. La mirada, la acción, el tono de voz que tenía. Todo le había llevado a ponerse nerviosa sin saber que decir, solo se dejó llevar cuando Mayichi se acercó a ella para juntar sus frentes. Con el amanecer de fondo, como si fuera una película o novela romántica, se besaron suavemente entrelazando sus dedos. 

Pequeños Momentos | MayininiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora