Capítulo 1

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Capítulo I

Creí que aterrizaríamos en alguna superficie similar a aquella de dónde partimos pero no fue así. De habernos ido caminando como yo sugerí, nuestra entrada habría sido distinta, pero resultó que Montemagno tenía su propio helipuerto así que arribamos en él.

Fui la primera en bajar de aquella máquina infernal, deseaba tirarme al piso y abrazar el suelo pero en su lugar entretuve mi vista contemplando todo a mi alrededor. La pista era relativamente pequeña, ornamentada con varias fuentes y arbustos floreados que franqueaban su contorno, o al menos dos partes de ella pues hacia el sur colindaba con un bosque hasta dónde mi desarrollada visión se perdía. Y hacia el frente, curso único que parecía podíamos seguir, había un enorme salón cuyas puertas y ventanas estaban muy bien revestidas por el más oscuro papel, impidiéndonos ver más que su estructura exterior.

–Sostenlo– Mandó Diego, entregándome mi mochila.

El piloto y su acompañante salieron de la unidad y permanecieron junto a la nave. Un vampiro de tez canela salió de aquella estancia dirigiéndose hacia nosotros, llevaba una vestimenta muy singular. De color violeta y muy larga, su gabardina le pasaba las rodillas. Dos líneas blancas partían desde sus hombros hasta su cintura, demarcando el juego de botones del mismo color que cubrían su pecho. Una pieza de tela se ajustaba a su garganta siendo sostenida por tres botones más, y las mangas de su chaqueta se extendían hasta sus muñecas, dónde se ceñían en un doblez blanco también. Los pantalones que traían puestos combinaban perfectamente con los bordados níveos, recorriendo el costado de sus piernas. El vampiro quién traía consigo una especie de agenda, se dio la mano con mi hermano para saludarse cuando se hubo aproximado pero fue algo muy formal, ni siquiera se sonrieron.

–Tiempo en trabajo fuera, ¿No Diego?– Habló con tono huraño mientras abría su libreta y empezaba a escribir –Elizabeth– añadió sin levantar el rostro, saludando a mi cuñada mientras que ella se nos unía, llevaba mi pequeña nueva mascota entre sus brazos aún.

–En parte, pero necesité también ocuparme de asuntos personales. Fui a buscar a mi hermana– le respondió, acariciando mi hombro.

El vampiro posó un breve instante sus ojos en mí, manteniendo la inclinación de su cabeza hacia sus apuntes y volviendo a ellos rápidamente.

–Bien. ¿Número de filiación?

–Raeh, está recién conversa, no se ha registrado todavía.

En cuánto escuchó aquello dejó de escribir y dedicó atención total a nosotros. Su ya recelosa expresión se acentuó aún más.

–Lo hará hoy– aclaró mi hermano, mientras que el misterioso vampiro continuaba su estudio en silencio. A continuación, ladeó su cabeza y dijo:

–Vaya sorpresa la que traes... Serás responsable de ella en el entretanto. Enviaré a alguien en unas horas para que me dé parte del nuevo número– cerró la libreta con brusquedad.

–Así será.

El vampiro nos analizó con inquina caminando en nuestro entorno, echando ojo a nuestro equipaje y volviendo a escribir.

–Bien– caminó hacia atrás un par de pasos –Supongo entonces– nos sonrió con malicia antes de darse vuelta finalmente y echar a andar de regreso al salón.

No le aparté la vista de encima hasta que desapareció.

–¿Qué demonios fue eso?– pregunté.

–Rutina. Sólo hace su trabajo– se colgó mi mochila en el hombro y se volvió a nuestros acompañantes.

Festival de Cadáveres  | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora