°•My children•°

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Muzan tenía una sonrisa serena en sus labios, tarareando una melodía desconocida mientras cocinaba para sus pequeños hijos, el delicioso aroma de la sopa llenando la habitación haciéndole agua la boca.

Su sonrisa se ensanchó al terminar, orgulloso de su trabajo, era una simple sopa con algunas verduras y buena carne humana, a sus pequeños seguro les encantaría.

Muzan hizo sonar la pequeña campana que estaba en el centro de la mesa, dejando claro que la comida estaba lista. No pasó mucho tiempo antes de que varias criaturas aparecieran para comer.

Los primeros en aparecer fueron Akaza y Douma, compitiendo quien podía llegar primero a la mesa, ambos siempre teniendo un espíritu competitivo, en especial Akaza que hacía todo por ser mejor que el rubio.

Los siguientes eran Kaigaku, Ume y Gyutaro, la niña estaba siendo cargada en la espalda de su hermano, sonriendo alegremente contagiando al mayor de su alegría, mientras que el más pequeño solo sostenía la mano de Gyutaro.

Hantengu y Gyokko sorprendente  ya estaban en la mesa, uno de los chicos con la ropa manchada de sangre, lo que indicaba que estaba trabajando en algo de arte.

Nakime fue la última en aparecer, tomando asiento lejos de los otros niños, antes de que una emocionada Ume se sentara a su lado y comenzara una conversación.

Muzan sirvió a cada uno de ellos, feliz de que a sus hijos les gustara la sopa, incluso queriendo repetir el plato, lo que Akaza se aseguró de convertirlo en una competencia.

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Suspiró cuando finalmente terminó de lavar los platos, limpiando el agua helada que aún se adhería a su pálida mano con un paño.

Muzan estaba exhausto, necesitaba un buen descanso, era completamente agotador cuidar a tantos niños, pero valió la pena cada segundo.

Miró hacia abajo cuando sintió un ligero tirón en su ropa, sus ojos se encontraron con uno de sus hijos.

-¿Necesitas algo Nakime?

Le preguntó a la niña, Nakime era una de las más tranquilas de los niños, siendo demasiado tímida para interactuar con nadie más que con Ume y Michikatsu.

Muzan observó a la niña pasarle un cepillo, mostrando una simple sonrisa cuando entendió lo que la niña quería decir con eso.

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La mujer sonrió al ver su reflejo en el espejo, amando el nuevo peinado que la pequeña había hecho en su cabello.

Era un moño sencillo, un poco desordenado con algunos mechones cayendo frente a la cara.

Era simple, pero suficiente para complacer a Muzan, dejándolo lo suficientemente hermoso como para atraer a cualquier humano.

-Me alegra que te guste...

Nakime comentó al ver la expresión de la hermosa mujer, quien solo levantó la mano para acariciar la cabeza de su adorable niña.

-Has mejorado mucho, estoy orgulloso de eso.

Muzan no lo vio, pero los ojos de la niña brillaron con sus palabras, su pecho se llenó de alegría al ver cómo su superior estaba orgullosa de su acción.

-Gracias...

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