°•My children•°

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Muzan se frotaba las sienes con su mano libre mientras la otra estaba cerrada en un puño, el niño frente a él no paraba de llorar, la pequeña peliblanca tenía grandes lágrimas cayendo de sus ojos, ahogándose cada vez más en sollozos.

-¡No seas tan dramática Ume, es solo un pequeño corte!

Dijo el hombre refiriéndose a la pequeña herida en la piel de la niña. Ume abrió los ojos, el llamativo azul en su mirada triste, sus labios temblando ligeramente.

-Oni-chan!!

La niña gritó, agitando los brazos en el aire, sus sollozos cada vez más fuertes. Muzan gimió de frustración, su cerebro friéndose de irritación.

-No queremos que esas lágrimas arruinen esa cara bonita, ¿verdad?

Dijo el hermano de la niña llorando, su mano acariciando la cara de su hermana pequeña, limpiando cada lágrima hasta que no quedó nada que se interpusiera en el camino de la gran belleza de la niña.

Muzan se sorprendió por la velocidad con que Gyutaro logró llegar a la habitación en la que se encontraban, observando lo tranquilo que estaba el chico con toda la situación, envidiando su paciencia.

-¿Y ese pequeño corte? Arruinando tu piel tan perfecta.

Su mano pasó sobre la herida en la piel de Ume, haciendo que el pequeño corte desapareciera, sin dejar rastro.

- Mucho mejor no?

Dijo el niño mayor, viendo a su hermanita dejar de llorar y comenzar a sonreír, calentando el corazón del hermano mayor.

-¡Gracias oni chan!

Saltó a los brazos de su hermano, abrazando su cuello, sonriendo todo el tiempo, Gyutaro sonrió, envolviendo sus brazos alrededor de Ume.

Muzan observó la escena, aunque no lo demostró, encontró la escena terriblemente adorable, tanto que incluso sintió náuseas.

- La próxima vez, no te quedes ahí parado viejo.

El chico finalmente dijo lanzando una mirada de muerte al hombre, quien le devolvió la misma intensidad.

-Cállate chico insolente.

Muzan respondió, rechinando los dientes con cada palabra. El chico solo puso los ojos en blanco ante el mayor, su atención se dirigió a la chica que estaba acurrucada en su pecho.

Ume se había quedado dormida al final de todo, su respiración tranquila y su rostro sereno le daban a Gyutaro una sensación de paz, solo la abrazó más fuerte sin importarle nada más.

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