°•My children•°

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-¡Mocoso estúpido, vuelve aquí!

Muzan gritó molesto, las venas sobresalían en su impecable rostro pálido, sus manos estaban apretadas en un puño, amenazando con golpear a cualquiera que se cruzara en su camino.

-¡Nunca!

Kaigaku gritó mientras continuaba corriendo, su respiración estaba fuera de control, su corazón latía cada vez más rápido por toda la adrenalina.

A pesar de eso, siguió sonriendo, una sonrisa pícara con todo su ser, le divertía toda la irritación que transmitía el mayor, riéndose de lo patético que se veía.

Muzan siguió persiguiendo a uno de sus hijos, cada vez más irritado por las burlas de la pequeña criatura.

-¡Niño estúpido, cuando te atrape verás!

Pronunció, sus ojos carmesí ardían de ira y disgusto, murmurando eternas maldiciones para sí mismo por haber perdido de vista al mocoso.

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Muzan suspiró con cansancio, apoyando la espalda contra la pared del baño, después de lo que parecieron horas, finalmente logró meter a Kaigaku en la bañera.

Por supuesto que el hombre necesitaba ayuda, tenía que recurrir a la única persona a la que el mocoso realmente escucharía y obedecería de buena gana.

-Deberías ser más respetuoso con Muzan-sama...

soltó Michikatsu, sus manos lavaban suavemente el cabello del niño, jugando con algunos de los mechones cortos del cabello del niño.

Kaigaku solo puso los ojos en blanco, murmurando un poco mientras se disculpaba con el hombre mayor por su comportamiento.

Muzan solo asintió, aceptando la disculpa del niño. Su mirada se posó sobre Michikatsu, el chico estaba tan tranquilo, se veía cansado, tal vez exhausto.

El mayor no vivía con Muzan y los otros niños, solo venía un par de veces a visitar y pasar el rato -ya que Yoriichi apenas lo dejaba salir- o para traer de vuelta a Douma y Akaza cuando ambos se escapaban a su casa.

-¿Te quedas esta noche?

preguntó Kaigaku, mirando por encima del hombro al niño mayor, quien pareció pensar por unos segundos antes de finalmente responder.

-Claro.

Dijo Michikatsu, una pequeña sonrisa formándose en sus labios, una cálida sonrisa que todos los niños estaban felices de disfrutar cuando el mayor estaba cerca.

Muzan solo observó cómo los niños conversaban alegremente, el mocoso planeaba varias cosas para que ambos hicieran durante la noche, mientras que el mayor solo asentía.

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