1. El comienzo

5 2 0
                                    

Quedaban dos semanas, dos malditas semanas y cumpliría 18 años, no iba a mentir, no le hacía ilusión, es más, incluso le daba miedo. Sus padres le habían hablado de esto miles de veces para prevenirla pero aún asi ella nunca estaría preparada, nadie lo estaba.

Rachel se levantó de su cama y se dirigió a su pequeño armario, no tenía mucha ropa y la mitad eran viejas prendas que a su hermano ya le iban quedando pequeñas asi que simplemente cogió lo primero que vió, que fueron unos pantalones de chandal grises y una camiseta negra. Se vistió rápidamente y fue hacia al baño para peinarse y lavarse la cara. Después fue a la cocina, donde se encontraba cosiendo ropa su madre, Helen, ella era una mujer de 43 años, muy cariñosa y sonriente, fisicamente Rachel era igual a su progenitora, ambas tenían los mismos ojos y el pelo castaño, solo que Rachel lo lucía largo, y su madre por encima de los hombros. Se sentó en la mesa, cogió un pequeño trozo de pan duro que había sobrado del día anterior y se lo comió mientras hablaba con su madre.

 Camino hacia la parada del tren mientras observaba las calles, había personas durmiendo en cada esquina, pero eso no fue lo que sorprendió a Rachel, fue ver que en una de esas esquinas un chico estaba tapando con una manta a uno de esos mendigos. Esas cosas aquí no se veían a menudo. Cuando el chico se giró ella pudo verle la cara, era el hijo de Marissa la de la frutería. Miró la hora en su reloj y se dió cuenta de que no llegaría a tiempo si no apuraba su paso.

Flexionó las rodillas preparándose para saltar al tren. Sus hermanos desde muy pequeña le habían enseñado un truco para poder subir con facilidad, cuando el tren pasaba la señal de la esquina tenía que cerrar los ojos y contar hasta seis y saltar,  sin dudarlo, la primera vez le había dado mucho miedo, y solo pudo saltar agarrando a sus hermanos de las manos, pero ahora  ya se había acostumbrado. Avanzó poco a poco escuchando al tren crujir, y se agarró a lo que pudo cuando este da con un bache y se sacude, el metal estaba cada día más oxidado y tampoco es como si la gente lo cuidase mucho. 

Denis estaba en el mismo sitio de siempre, sentado en la esquina de una de las entradas, con un libro en la mano, un poco pálido estaba claro que él nunca se acostumbraría a saltar pero lo raro era que no la había ni mirado a la cara. Rachel se sentó a su lado, no dijo nada, no hacía falta, ella sabía que le pasaba, al final eran amigos desde que tenía memoria. Denis siempre había sido muy inteligente, siempre sacaba las mejores notas pero la gente lo veía como un bicho raro, era un genio incomprendido pero por muy mal que lo mirase la gente el siempre tenía una timida sonrisa todos los días, todos menos hoy.

El colegio era al igual que el tren desastroso, las paredes se caían y estaban pintadas con grafitis, algunas puertas estaban rotas, las mesas estaban viejas y las patas estaban oxidadas. A los del gabinete de arriba les daba totalmente igual, sus hijos estudiaban con los mejores profesores en sus casas mientras disfrutaban de la luz del sol en sus caras. Ellos daban igual. Rachel en este momento se encontraba en el descanso con Denis y Sofia, esta era una gran amiga de ambos. En la hora del reposo todos los alumnos estaban en una pequeña sala con algunos ordenadores, estos solos los podían tocar los de último año, es decir, la clase de Rachel, en cambio los otros cursos tenían algunas mesas y poco más . 

En el patio Sofía, Denis y ella actuaban tranquilos como si no pasase nada pero las miradas sobre ellos eran obvias, se sentaron haciendo un círculo en el suelo y se pusieron a hablar. En el colegio la gente no estaba muy unida ya que los padres desde pequeños enseñaban a juntarse con gente de su misma calaña, y aunque era cierto que todos vivían en el subsuelo, no todos vivían en las mismas condiciones. 

En el mundo subterráneo la gente estaba dividida, los que tenían su trabajo arriba se creían mejores que el resto de la población, así que empezaron a mudarse unos al lado de otros y así es como crearon una especie de comunidad en la que rechazaban a otras personas con diferente clase económica. 

Misión 105Donde viven las historias. Descúbrelo ahora