EPÍLOGO.

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Ambos rostros muy cercas. Corazones listos para salirse de sus pechos. Caricias vivas como la llama de una fogata recién encendida a la cual no hacen sino echarle más leña.

Caiga con paracaídas para que el golpe nunca llegara. Besos tiernos los cuales demostraban la hermosa sensación que provocaban cada una en el cuerpo de la otra.

Eran dos inexpertas aprendiendo. Eso las hacía todas unas expertas. Lisa besaba mas allá de la piel de Jennie; Lisa besaba su corazón, su alma, sus heridas.

Jennie besaba mas que los labios de Lisa. Jennie quería terminar de sanarla y ayudar a que aquella chica perdida encontrara su camino. Sin mentiras.

Eran dos ladronas. Jennie había tomado a Lisa. Y Lisa había tomado el corazón de Jennie.

¿Se podía considerar robo a algo que las dos permitieron que sucediera?

Tanto Jennie como Lisa miraron el techo. Ambas con sus pechos bajando y subiendo. Respiraciones muy aceleradas; sonrisas tontas, hechas un lío. Si, estaba perdidamente enamoradas.

—Hicimos eso que se llama amor —dijo Jennie.

—Sí, creo que sí —Jennie vio con algo de timidez a Lisa y subió su cabeza al pecho de la otra—. Fue bonito.

Jennie rió, —¿Es lo único que dices?

—No sé que se dice en estos casos cuando eres una inexperta que a penas puede mantener el contacto visual.

Jennie se subió sobre su codo y miró a Lisa, acomodando el flequillo de esta. Con una sonrisa débil pero romántica, lo dijo.

—Te quiero —se inclinó sobre los labios de Lisa y besó aquellos. Los ojos de Lisa permanecieron abiertos.

Jennie no esperaba la misma respuesta de Lisa. No esperaba nada porque eso era algo que ella sentía.

Y no iba a obligar a la rubia a sentir lo mismo o a decirlo antes del tiempo que ella considerara correcto.

—Jennie...

—No lo digas por obligación. No, Lisa —rozaron las puntas de sus narices—. Hazlo cuando lo creas justo.

Lisa se mantuvo en silencio. Pero lo que Jennie no sabía es que Lisa sí lo sintió; desde el día uno supo que ella era la indicada.

—Se hace tarde —le dijo a centímetros de sus labios.

—Lo sé —respondió Jennie, colocándose de pie con la sábana rodeándola—. Y no sabes cuánto odio esto.

Lisa sonrió, —Va a estar bien. Tus padres deben de estar por llegar.

—Ellos creen que ya me he ido. Se van a sorprender mucho cuando me vean todavía aquí.

Ambas chicas se vistieron. Pero antes de salir, Jennie tomó a Lisa de la mano y plantó un beso en los labios de aquella. Permitiéndose que sea más largo, más imperativo.

—Por cierto, te ves mucho mejor ahora con el Cabello algo más corto.

—Sólo fueron las puntas. No creí que te darías cuenta —dijo.

—De ti me doy cuenta de todo.

Se tomaron de la mano con confianza y bajaron juntas las escaleras. Lisa se tenía que ir y Jennie también. Ambas sabían que se iban a separar; y eso sí que les rompía el corazón.

Bajaron las escaleras de la parte de afuera y justo ahí el coche de los padres de Jennie se parqueó. La castaña tomó un suspiro.

—¿Jennie? creímos que ya te habías ido —ambos se acercaron—. Lalisa, ¿cierto?

Lisa algo asustada, asintió.

—Así es —tendió su mano y la pareja la acepto—. Pero me pueden llamar sólo Lisa.

—Es un gusto conocerte —dijo el papá de Jennie—. Te estábamos buscando mucho. Queríamos ofrecerte algo que estamos seguros que no rechazarás.

Jennie estaba muy contenta.

—Bueno... ¿y qué es?

—Te ofrecemos trabajar aquí, tendrás los estudios pagados y un techo donde vivir. Por cierto, más adelante podrás irte si gustas, no te amarraremos —explicó James a Lisa.

Está alzó las cejas, muy sorprendida por el ofrecimiento.

—¿Lo dicen en serio?

—Más que nunca. Jennie nos explicó todo. Y créenos que no lo hacemos por caridad lo hacemos porque con el simple hecho de ver a nuestra hija sonreír, es más que suficiente y tú te ves muy buena persona, Lisa.

—Y pueden darle la oportunidad a Rosé también —opinó Jennie—. Vas a tener lo necesario. Y hablando de Rosé.

Rosé llegó en el carro con Julio, esta bajo y se acercó para integrarse en la conversación.

—Pues acepto —dijo Lisa con toda seguridad.

Su corazón no podía sentirse mejor. Más feliz.

—Ya es mi hora —aviso Jennie—. Me tengo que ir.

Tanto James como Marian, abrazaron a su hija. Rosé hizo lo mismo, y Lisa la tomó de la mano, para así poder despedirse a su manera.

—Te voy a extrañar —susurró para Jennie.

—Yo también. No me he ido y ya no veo la hora de que me den la vacaciones para venir a verte —rodeó el cuello de Lisa con sus manos—. Te quiero, Lisa.

—Te quiero, Jennie.

—Antes de irme, quería no sé... proponerte algo. ¿Quieres ser mi novia?

—Creí que lo iba a decir yo, pero cómo siempre, Jennie Kim adelantándose. Por supuesto que sí.

—Uff, al fin puedo respirar —ambas rieron—. Bueno, me tengo que ir.

—Ajá.

Decían. Mas sin embargo ninguna se soltaba.

—No quiero.

—Tienes que cumplir tus sueños. Por mientras yo estaré esperándote, así pasen dos años o más; aquí me tendrás, Jennie.

—Eres todo lo que siempre busqué —cerró sus ojos y abrazó a Lisa con fuerza—. Espérame, Lisa.

—Eso no me lo tienes que pedir.

—Jennie ya es hora —informó Julio.

Las manos de Lisa y Jennie no se querían soltar. Pero al final lo hicieron. Jennie camino de espaldas hacia el coche sin perder de vista a Lisa.

Cosa que al final sucedió. Porque tuvo que subirse. Lisa y los Padres de Jennie junto a Rosé agitaron sus manos despidiéndose de Jennie.

Cuando el coche se perdió. Rosé puso su brazo sobre el hombro de Lisa.

—Entonces... en una mansion ¿eh?, quien lo diría.

—Algo así —Lisa se giró y vio a los padres de Jennie esperando tanto por ella como por Rosé.

—Entonces, ¿a confianza los puedo llamar papás?

Lisa rió al igual que aquellas dos personas. Sabían que se iban a divertir con Rosé. Por mientras, Lisa se quedó en aquel cable, esperando que su pareja regresara. Para completar su final feliz.

FIN.

Two Birds. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora