Unos minutos y después te irás, con unas gotas de perfume borrarás, mis mejores besos, tu mayor secreto y a tu disfraz, regresarás.
Desde donde me encuentro solo puedo observar como tu silueta desaparece tras la puerta, hace tan solo unas horas compartíamos la misma cama, y ahora solo te levantas como si nada hubiese ocurrido. La misma rutina a la cual me acostumbraste, ahora no es suficiente, intenté hacerte entrar en razón antes de poder unirnos como uno mismo nuevamente, pero solo callaste mis palabras con tus besos, aquellos que fueron mi felicidad y mi infierno en estos momentos. Aún no logro entender cómo fue que acabamos en este punto, o bueno, si lo hago, pero solo intento encontrar una razón mucho mayor a la cual tienes en mente, definitivamente los odio, te lo he repetido en otras ocasiones y creo que también los odias, pero no logras imponerte ante ellos y terminaste cediendo, lanzando a la basura mi pobre corazón, aún así, estando consciente de ello, continué a tu lado, como tu compañero más perro y fiel. Tiene sentido lo de samoyedo.
Sales de la ducha envuelto en una bata de seda, esta vez no me miras, corres de frente a recoger tus prendas y vestirte lo más pronto posible —tienes prisa — menciono, pero ni así volteas a verme, supongo que la vergüenza es más grande esta vez. Una vez que logras acomodar medianamente tu vestimenta, procedes a arreglarte el cabello lo mejor posible, rocías perfume por todos lados, como si con eso lograras desaparecer todo lo que ocurría hacía unas horas, ¿no te das cuenta que aun echándote litros de perfume no podrás ocultar mi esencia en ti? —Jaemin— intento una vez más, te detuviste por unos segundos, pero luego proseguiste con lo que estabas haciendo —no tienes que hacer esto jaemin, aún estás a tiempo— un brillo extraño atraviesa tus ojos, puedo verlo a través del espejo, quieres llorar, pero te contienes, igual que todas las veces en las que terminamos nuestro encuentro, pero sabes perfectamente que esta vez es distinto, será la última que te pueda ver y aún no asimilo la idea mi amor. Me levanto de la cama y me dirijo hacia ti, rodeo tu cuerpo con un cálido y fuerte abrazo, como si con eso impidiera tu partida, como si con eso lograra detener el tiempo, no puedes culparme por intentarlo, aferrarme a ti era lo último que quería, pero hoy, es mi última opción.
—Jaemin— pronuncio débilmente, frente a ti soy débil, siempre fue así. Desde que te conocí, esos ojos marrones fueron mi perdición, me tuviste a tus pies sin saberlo —Jeno— oh, que dulce suena mi nombre en tus labios —no hagamos esto más difícil— pronuncias mirándome a través del espejo —sabíamos que esto pasaría en algún momento— lo sé, quise responder, pero no deseo darte la razón, esta vez no. No cuando estoy a punto de perder a lo que más he amado en la vida —no me pidas que te suelte por favor— lanzaste un débil suspiro, los dos sabíamos que no queríamos estar en ningún lado que no sea ahí mismo —lo siento Jeno— fue lo último que dijiste para salir de mis brazos con la poca fuerza que te quedaba, recogiste tus llaves de la mesita de noche y saliste de la habitación sin darme una última mirada.
Que más puedo inventarle al corazón, como le explico que tu tienes otro amor, cuando ya me acostumbré a mendigarte en cada abrazo, y tu piel le pertenece a él.
La manera en que coincidimos fue de casualidad, yo me encontraba buscando trabajo con urgencia porque debía cubrir los gastos del hospital de mi padre, las propinas que me dejaban en el restaurante ya no eran suficientes, los medicamentos cada vez costaban más caros, estaba desesperado y fue lo único que se me ocurrió. Gracias a los cielos, mi padre fue amigo de los tuyos en un determinado tiempo, en ese momento lograron aceptarme en tu cada, si bien al principio creí que tus padres eran unos ángeles caídos sobre la tierra, ahora, definitivamente ha cambiado mi percepción sobre ellos, de todas maneras, agradezco el hecho de que te hayan traído a la vida, si no, nunca te hubiese podido conocer.
Al principio me pareciste un mocoso mimado, lo admito, llegaste a sacarme de mis casillas infinidad de veces, mientras más renegaba, más feliz lucías, y oh cariño, no debiste sonreír tanto ante mí, de otro modo no hubiese llegado a donde estoy ahora. Cada mirada que me dedicaste, sea de enojo, desagrado, repudio, la adoré, porque con el pasar de las semanas, esa mirada cambiaba a confusión, anhelo, deseo, ¿amor?, solo eso no podría asegurarlo, soy inseguro después de todo.
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CATARSIS
FanfictieCuantas lágrimas más van a correr por tus mentiras, elígeme o déjame, ya no tengo nada que perder.