Harry Potter, el héroe del mundo mágico. Está a punto de casarse con la mujer de sus sueños, Ginny Weasley. Pero un viejo conocido le ha enviado un paquete especial antes de la boda y el contenido de este podría cambiar la perspectiva del héroe del...
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➤ Tom's POV. Diciembre 10, 1933.
Seguía sin entender la mente de los demás niños en el Orfanato Wool, si hacia demasiado calor salían a jugar bajo el sol y si el clima era demasiado frío, salían bien abrigados a jugar con la nieve que caía en el jardín.
Los miraba correr de un lado a otro desde la ventana de mi habitación, a pesar de estar sentado desde mi cama, podía mirar lo que sucedía por el vidrio y sin ningún problema.
Miraba Amy Benson hacer lo que era conocido vulgarmente como muñeco de nieve, arruge mi nariz al ver a la berrinchuda niña de mi edad llorarle a los niños mayores para que le hicieran caso e hicieran todo por ella. Todas las encargadas en el orfanato sabían como quedaría Amy si seguía con ese comportamiento, pero ninguna quería hacerla cambiar.
Dejando finalmente de perder mi tiempo viendo lo que hacian los demas niños, volví a leer el libro que tenia en mi regazo en la espera de que anunciaran la hora de comida y pudiera salir. Por alguna razón, la señora Cole decidió que podía empezar a salir de mi habitación y reunirme con los demás niños en el comedor.
El sonido de la puerta siendo golpeado de manera sutil llamó mi atención, deje a un lado mi libro mientras la puerta de la habitación se abría y se asomaba un poco la señora Martha.
"Dice la señora Cole que bajes a comer, Tom.". Anunció la mujer adulta, desde donde estaba podía ver su mirada temerosa hacia mi. Solo le di un asentamiento en respuesta y rápidamente ella cerró la puerta.
No muy contento de salir de la comodidad de mi cama, quite la sabana que había sobre mi y baje mis pies mientras me ponía mis zapatos del orfanato que estaban a un lado, me puse los zapatos bien lustrados y los amarre de las agujetas de una manera elegante.
Deje el libro cerrado sobre mi cama, no sin antes memorizar la página en la que me había quedado y salía en total silencio de mi habitación, mirando el silencioso pasillo donde estaba mi habitación. No me sorprendía estar en la última de las habitaciones, como una manera de mantenerme alejado de todo y todos.
Decidido a no llamar la atención tan pronto, camine por el pasillo con el mayor sigilo que me era posible hacer. Aunque no había sido una tarea tan complicada, se escuchaba un alboroto en la planta baja del edificio y estaba seguro que hasta los muertos eran capaces de oír todo el alboroto que se ocasionaba en el comedor.
Aun así, me tomé de la barandilla y baje las desgastadas escaleras de la pared mientras seguía andando en el mayor cuidado posible. No era desconocido para mi que para algunos niños mi presencia no sería bienvenida.
