Capítulo 4

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107 días

No volvió a ver a Halley, al menos durante algo más de una semana.

Los primeros dos días, esquivó la Piazza di Spagna por temor a volver a encontrársela, casi se podía decir que sus palabras 'volveremos a encontrarnos' le supusieron una pesadilla y un gran tormento. Jaden no quería volver a verla, no cuando ya había conseguido superar su vergüenza por haber sido pillado dibujándola.

Admitía que ambos habían sido unos desgraciados, la suerte no les acompañaba. Aún con su reticencia a verla, admitía que aquella chica de ojos verdes podía suponer una gran compañía; para quien supiese apreciarla. Halley había acabado hablando con un amante del silencio y, Jaden, con la personificación de lo excéntrico. Su energía le resultaba agotadora, agobiante.

Ser un dibujante habitual por las calles traía consigo que muchas personas le conociesen. No era un don nadie, pero sí disfrutaba de los privilegios de un fantasma. Solía recibir continuos saludos, rápidos buenos días que quedaban en el aire, sonrisas que se esfumaban en segundos. Nadie se paraba a su lado a preguntarle por su día ni tampoco a comenzar una conversación. Apreciaba ese perfecto balance entre educación y respeto por la soledad.

Lucas, su mejor amigo, era el único que realmente tenía el derecho de sentarse a su lado sin que le respondiera con un mal gesto por su intromisión. Jaden se había acostumbrado a él, a su presencia continua merodeando a su alrededor y a aceptar que, los humanos por más que él tratase de negarlo, son seres sociables, necesitan de alguien en ciertos momentos en el tiempo. Lucas era el perfecto conector para no considerarse un asocial total.

No estaba sentado a los pies del imponente obelisco de la Piazza del Popolo, sino en un lateral del Museo de Leonardo da Vinci, en unas pequeñas escaleras no más anchas de un metro. Parecía un vagabundo, pero su situación le daba una amplia y privilegiada vista de toda la plaza. No entendía la utilidad de esos tres escalones que no llevaban a ninguna parte, pero no sería él quien criticase su idóneo sitio para dibujar en las sombras.

Nunca podría saber qué día de la semana era en Roma, no existían las estacionalidades con respecto a los turistas. Lunes o sábado, plazas tan significativas como Popolo, estaban abarrotadas. No le molestaba, adoraba soberanamente que dedicasen su tiempo a admirar su bella ciudad, pero la mayoría solía dificultarle su labor en el dibujo. Las personas, en una gran selección de aspectos de la vida, resultaban ser un incordio.

Perdió la noción del tiempo, quién sabe cuántos minutos u horas llevaba dibujando, pero su calma se vio interrumpida por el desagradable sonido del gas escapando de una lata de refresco. Fue tan inesperado que la punta de su lápiz se quebró sobre el papel, soltando pequeñas virutas de grafito que amenazaban su paciencia.

-Cómo no - bufó, levantando la mirada.

Halley estaba de pie frente a él, con su dedo índice aún sobre la anilla de una lata de Coca-Cola. Le sonrió antes de dar un amplio sorbo, obligando a Jaden a lamentarse internamente por su suerte cuando la chica se sentó a su lado, tal y como había hecho la primera vez que se vieron.

Su incordio había vuelto.

-¿Quieres? - le ofreció la lata.

-No – se movió unos centímetros más alejado de ella, siguiendo con suma atención las gotas producto del frío de su refresco caer a sus pies. Si le mojaba alguno de sus dibujos, sería capaz de dejarla en la punta del obelisco. - No son ni las doce y ya estás bebiéndote un refresco.

-Ya es el segundo - agitó la lata frente a ella. - Cosas de universitarios.

Halley llevaba una gorra algo grande con el clásico logo de los Yankees de Nueva York. La sombra que le proporcionaba no servía para aplacar el brillo de sus ojos, menos aún cuando estaban salpicados por unas pequeñas lágrimas producto del gas de su refresco.

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⏰ Last updated: Sep 26, 2022 ⏰

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