3.- Un futuro sin ti es un mundo sin color

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JiMin solía presumir su buen temple y el manejo de estrés, su capacidad de mantener la calma en momentos donde cualquiera pudiera entrar en pánico. Ahora sólo podía escuchar la risa y burlas de SeulGi por su reacción cuando le avisó que se le rompió la fuente. Corrió por todo el departamento buscando las cosas, chocando con los muebles y tropezandose con sus propios pies. Ella tuvo que jalarlo y mantenerlo quieto para que se calmara, le repitió que no era como en la televisión y que tenían tiempo de hacer las cosas con calma. Llamaron a NamJoon justo como habían planeado hacer, él los llevaría hasta el hospital y luego los ayudaría con el registro.

Eran las ocho de la noche. Su pequeño nacería de madrugada. Podían llamarlos tontos, pero en todo ese tiempo nunca pensaron en un nombre para la criatura. Parecían evitar siempre el tema del bebé para evitar discusiones entre ellos, porque siempre que salía algún comentario respecto al niño se ponían de un humor extraño, a la defensiva. Guardó lo que pensó necesario en una maleta pequeña que se encargó de subir a la camioneta de su hermano mientras NamJoon ayudaba a SeulGi a acomodarse en el asiento del copiloto. Regresó a cerrar con llave el departamento, mientras bajaba las escaleras recordó a cierto hombre de cabello negro que se volvió su mejor amigo.

— YoonGi, ya va a nacer —su voz tembló más de lo que veía aceptable. Acababa de caer en cuenta de que oficialmente se convertiría en padre y no se sentía ni un poco preparado—. Estoy asustado —confesó sintiéndose seguro de ser vulnerable con él.

— Tranquilo, JiMin —se escuchaba como se movía al otro lado de la línea, arreglándose para ir a acompañarlo—. Mándame la ubicación, mocoso —lo escuchó tartamudear una afirmación—. Necesito que te tranquilices y vayas a apoyar a SeulGi —lo regañó y gracias a eso el castaño reaccionó y terminó la llamada agradeciéndole por regresarlo a la realidad.

Corrió hasta el auto y subió sin decir nada más que disculpas por demorar. Se inclinó hacia en frente por el espacio entre los asientos y tomó la mano ajena para dejarle saber que no estaba sola y contaba con él. En ese momento en que compartieron miradas reconocieron la compasión y el tan olvidado cariño que sentían por el contrario. Tal vez ya no funcionaban como equipo, pero con eso pudieron recordar lo mucho que les importaba el otro.

...

Suspiró al verse envuelto entre los brazos de YoonGi, acababa de salir del quirófano después de unas horas. Era de madrugada tal y como supuso, por lo que se sorprendió de que su amigo lo haya esperado todo ese tiempo. Lo tomó de la mano y tiró de él hasta los cuneros sin decir nada, olvidándose por completo de su hermano y de su mejor amigo a quien avisó por mensaje. Sólo pensó en YoonGi. Una vez frente al vidrio señaló una incubadora algo alejada de la ventana, pues ante la falta de nutrientes de la madre nació algo débil.

— Te presento a tu sobrina —comentó mientras el contrario entrecerraba los ojos para enfocar mejor. YoonGi volteó a verlo con los ojos bien abiertos y balbuceaba monosílabos.

— ¿Sobrina? —logró articular finalmente.

— Sí, al parecer los instrumentos del otro doctor con el que hacíamos las revisiones son demasiado viejos —soltó con gracia sin dejar de mirar a su pequeña—. La sostuve entre mis brazos, se siente tan frágil que me dió miedo lastimarla —sonaba más feliz que nunca. Ese brillo en su mirada y emoción en su voz aceleró el corazón del mayor quien asentía sonriente.

— ¿Cómo está SeulGi? —preguntó al recordarla.

— Está bien, sin complicaciones —esa fue uno de los más grandes miedos de JiMin, que algo le pasara a la mujer. Habían hablado y llegado al acuerdo de que si las cosas se complicaban demasiado y debía elegir, la elegiría a ella.

Your eyes tell | JimSu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora