6.- Mirarte directamente solo a tí

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JiMin salió con la beba abrigada entre sus brazos y con la pañalera colgada en su hombro. Bajó las escaleras con cuidado de no tropezarse, el aire fresco golpeó su rostro y la calidez en su pecho no fue por llevar a su niña abrazada, fue al reconocer la pickup aparcada enfrente de la entrada. YoonGi lo esperaba mirando el celular y, como si la presencia ajena lo hubiera llamado, alzó la mirada para encontrarse con la del chico de sus sueños. Bajó para ayudarlo con las cosas y a subir el gran escalón de la camioneta, no pudo resistir la tentación de acompañarlo a dejar a HaeRin a la guardería. Bajaron juntos y la señora Shin fue quien recibió a la niña, JiMin se quedó anclado al piso, incapaz de irse y dejar a su hija.

— Vamos, que sin dinero no podemos cuidarla — JiMin no notó que habló en plural, pero con eso le animó a marcharse.

Tampoco se percató que sin estar cargándola le abrió la puerta para subir, el camino fue silencioso, no dejaba de pensar en HaeRin y en si se encontraría bien. Era tan pequeña todavía. Llegó a la carpintería y se retiró la chamarra para colgarla en el ganchillo y ponerse a trabajar. Habían varios pedidos por terminar y ahora más que nunca necesitaban terminar todos los pedidos para aceptar más. YoonGi lo miró trabajar sin descanso por varias horas, iba tan a prisa que procuró vigilar lo que hacía cada tanto, impresionado porque todo lo estaba haciendo correctamente. Lo instó y casi obligó a detenerse a desayunar a medio día, subieron a preparar algo rápido con las cosas de la nevera.

— Tranquilo, el ritmo que quieres tomar solo te va a agotar —aconsejó frenando el camino de sus palillos—. Recuerda que es trabajo físico y si te lastimas será contraproducente —soltó su mano poco a poco, extrañando el contacto tan pronto lo dejó ir.

— Bien —murmuró poco convencido de bajar el ritmo—. ¿Por qué siempre estás tan tranquilo?

— Aprendí con el tiempo que no vale la pena desgastarse y que el estrés te oculta las soluciones —guardó silencio unos segundos antes de agregar—. He sido así desde niño, creo que es parte de mi personalidad.

— Debe ser lindo —y YoonGi no lo negó, las pocas veces que entró en estrés y se sintió perdido por largos periodos de tiempo fue horrible—. Me gustaría ser más como tú.

— Tú eres perfecto así  —alegó metiéndose otro bocado, ignorando la mirada sorprendida en el menor por lo que acababa de decir—. Come más, te hace falta.

— Tú estás igual de delgado que yo —se quejó. Ni siquiera lucía igual de esquelético que meses atrás, pero su cuerpo no ha recuperado un peso saludable.

— Sí, pero no importa cuánto coma, yo siempre estoy delgado —le quitó importancia agregándole más comida en el plato ajeno—. Sigues comiendo como si aún tuvieras que elegir entre comer o pagar las cuentas —le tomó la mano con cariño nuevamente—. Ya no pasarás por eso, no conmigo aquí —prometió mirándolo con todo el amor que tenía por él sin darse cuenta de ello.

JiMin dejó caer la cabeza para ocultar su llanto e intentó reprimir las sacudidas de su cuerpo al sollozar. YoonGi se preocupó y en seguida se arrodilló a su lado para abrazarlo con cariño, entonces se percató de lo solitario que se había sentido desde que aquel estúpido preservativo se rompió y las personas le dieron la espalda. Debía reconocer que fue parte de su testarudez en no dejarse ayudar que volvieron la carga más pesada. YoonGi era cálido, todo en su persona lo era, con esa personalidad cariñosa y protectora, ya ni siquiera sus ojos se veían molestos o, al menos, ya no le parecían así.

— Ya no llores —secó la piel húmeda y le dejó seguir comiendo tranquilo.

Comió lento para no dejarlo comiendo solo, cuando ambos terminaron, JiMin insistió en lavar las cosas que usaron antes de volver a trabajar. Las horas continuaron pasando rápidas hasta que la alarma que les indicaba que debían ir por HaeRin resonó en el taller. Tuvieron que ir juntos nuevamente porque no tenían un portabebé, cosa que YoonGi ordenaría en línea mientras el castaño iba a recibir a la niña. Igual que siempre le abrió la puerta y le ayudó a subir, la bebé dormía cómodamente. JiMin sabía que las cosas se volverían complicadas cuando la pequeña HaeRin comenzara a moverse y gatear. JungKook ya estaba esperándolos afuera, recargado en la puerta del taller. Antes de olvidarlo, YoonGi le dió su juego de llaves para que los esperara dentro más cómodamente.

Your eyes tell | JimSu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora