Parte 1

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"Habían comenzado a caer las primeras hojas de los arboles cuando tome el vuelo hacia mi país natal, kilómetros y kilómetros alejándome de aquellas experiencias únicas e irrepetibles que me había tocado en la vida. Shunichi me había alentado a venir a Estados Unidos para cambiar de aire, renovar mis energías y regresar a Japón como nuevo, como un adolescente normal sin decaídas por mis frustraciones. Pero... ¿Dejar a quien amo sin poder despedirme no es una fracaso en mi lista?

Ash se había convertido en alguien tan cercano, tan apreciado para mí como un el mismo aire que respiraba para existir. Aún seguía apoyando sus decisiones, estar a su lado si el mundo lo dejará por su cuenta, quería tanto que viajase conmigo a Japón antes que los fantasmas de su vida pasada le atormente cada noche.

Los pensamientos de que podría haber sido de una vida distinta de el en mi país me alejaban de mi realidad, aquella en la que Ash no había respondido mi carta ni subir al avión con aquel pasaje de viaje.

-Eiji"

El diario de Eiji Okumura estaba escrito de pequeñas citas y pensamientos desde que había dejado Estados Unidos. No podía, de ninguna forma, arrancar al joven que cambio su vida y su manera de ver al mundo detrás de las simples y bonitas cosas, el universo aparte en la que le habían dejado marcas en su ser.

Su mentor, aquel que no había llegado a vivir todas sus experiencias en el país extranjero, trataba de animarle diciendo que apenas encontraran una vía de comunicación hacia Ash, todas las cartas serian respondidas. Sus esperanzas no se decayeron pero eso cambiaba al pasar las primeras semanas, quizás no quería volver a verle después de esa nota donde sonaba tan duro con él y haberlo hecho comenzaba a ser una pésima idea de su parte. Eiji no quería la distancia, no se perdonaría si la carta había logrado ese objetivo y, con los días pasando rápido, el sentimiento de verle de nuevo crecía como su propia maldición.

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- Disculpé no puede dormir aquí - Fueron las palabras de aquella mujer dándose cuenta que el chico estaba recostado en la mesa. Pensó en dejarle dormir ya que su rostro mostraba una hermosa sonrisa como si contemplase un bello sueño. Iba a regresar a su puesto en la recepción hasta notar algo bastante extraño, detrás de su chaqueta, su mano ocultaba una mancha oscura de sangre al igual que las hojas donde reposaba su cabeza - Oh por dios, ¡Llamen a una ambulancia! - Comenzó a gritar alarmando a todo aquel que estuviese en la biblioteca.

Los paramédicos llegaron demasiado rápido, entrando corriendo violando cualquier protocolo impuesto en ese lugar tan silencioso que ahora estaba llena de murmullos extraños a la situación. Notaron aquella herida profunda en su vientre, lo trataron todas las medidas posibles para subirlo a la camilla, presionaron suave para evitar la hemorragia. Notaron como su mano estaba aferrada a un papel bastante dañado por la sangre del chico y la calidad de este, si era importante para no apartarse estando inconsciente debían guardarla para cuando este despertara.

Hicieron todo lo que estuvo a su alcance, las horas corrían en contra reloj para salvar su vida. Aslan Lynx estaba en el borde de una muerte al llegar al hospital en un estado de coma y casi sin sangre en sus venas. Los médicos habían hecho todo lo humana y científicamente posible para salvarle su vida.

"- Incluso si el mundo se vuelve contra ti, yo siempre voy a estar a tu lado."
Su voz. Aquella preciada voz aparecía y se fundía en su cabeza. Era aquella chispa de vida que lo mantenía fuerte sin darse cuenta en donde estaba. Cada vez se escuchaba tan lejana, más entrecortada que el principio.

"- ¡Eiji! ¡Eiji! Por favor." Grito fuerte. Su voz se apagaba y volvió a gritar hasta sentir un profundo dolor atravesarle.

Abrió lentamente los ojos, el blanco de aquella habitación le molestaba ¿Estaba muerto? ¿Aquello era el cielo? Si así era porque su cuerpo dolía demasiado, aquel sonido de una máquina que le molestaba al despertar. Levanto su vista descubriendo aquel lugar tan apartado a su último recuerdo, las cortinas blancas, las paredes y techo del mismo tono menos las flores alejadas de su cama. Estaba muriendo, lo recordaba claramente cuando apoyaba su mano en su estómago mientras su sangre caliente huía de su cuerpo. Removió sus mantas descubriendo las vendas en aquella zona. La biblioteca, la carta, Eiji.

- ¿Co... Como? - Soltó sorprendido. Había sido salvado... de nuevo. Intento incorporarse de golpe para salir corriendo de ahí aunque no supiera el tiempo en que había estado dormido.
Pero el dolor era más fuerte y la debilidad de su cuerpo lo obligo a caer al suelo en el primer paso y haciendo que se quejase en voz alta sin poder evitarlo.

- Esa voz - La cortina fue apartada rápidamente dejando ver al mayor medio desalineado como si también se despertara en ese momento - Espera ¿Ash? ¡Santa María! ¡Estas despierto!

Max comenzó a elevar la voz mientras se acercaba a Ash y trataba de ayudarle a levantarse para dejarle en la cama al mismo tiempo que revisaba si de verdad el chico estaba despierto y no era una ilusión de un mal sueño. Al comprobarlo, solo pudo llorar negando un poco aquello, desde que lo encontraron ya había pasado dos semanas de ello.

- Es un jodido milagro. Los médicos no querían darte esperanzas por lo que llegaste sin sangre al hospital pero mírate, estas despierto, estas vivo.
- Deja de llorar, si por algo estoy vivo es porque no me quieren muerto.
- Eres difícil de llevar al otro lado - El mayor se sentó a un lado de la cama mientras Ash se acomodaba de a poco para beber agua - Sé que estas por preguntar algo. Él no está aquí pero tampoco sabe nada de lo que ocurrió. No quería preocuparle pero no deja de escribir un poco para saber de ti.
- Yo... Debería haber subido con él - Logro murmurar bajando su vista a aquel vaso.
- Aun tienes tiempo de volver con él, debes mejorar y disfrutar tu joven vida con Eiji.

Tenía demasiada razón, quería vivir para Eiji, quería irse cuando termino de leer su carta donde sus sentimientos estaban tan marcados en papel y lapicera. Aun debía de responderle, aun debía escuchar de sus labios ese Adiós y no en un papel, aun debía ver que tan seguro estaba su vida.

- ¿Sabes que le paso a la carta? - Ash pregunto aun con la mirada baja, rogaba no haberla perdido cuando lo salvaron.
- La tengo aquí guardada, los paramédicos no dejaron que se perdiera en tu traslado. Dijeron que te habías aferrado a ella sin dañarla - El mayor busco entre sus cosas dejando ver esas dos hojas con la letra de Eiji y las manchas de su sangre.
- Lo recibí antes de que se fuera de aquí, no quiero perderla aun - Murmuro para sí mismo releyendo las líneas.

No tenía demasiadas visitas, solo aquellos quienes le habían apoyado hasta aquellos días. Jessica, la exesposa de Max, le dejaba bocadillos extras por aquellos días que la comida no fuese de la mejor calidad. No podía negar que las enfermeras le dejaban más que regalos de comida por lo guapo que lo encontraban, algo que Ash siempre le había ocurrido en ciertos lugares en su pasado pero esta vez, solo sonreía. Sing venia de vez en cuando, le contaba de
los chicos que habían quedado con él y que se habían apartado de las malas decisiones de la vida. Aquellos que tomaron un camino apartado de venganzas y leyendas perdidas en el
tiempo como las que recordaba antes.

El mundo giraba tan normal apartado de aquel oscuro pasado que atravesó cada una ¿Y Eiji? ¿Él habrá retomado su camino perfecto en Japón? Sus preguntas retornaban cada día, cada hora que marcaba el reloj de su cuarto.

Las oleadas de los primeros fríos de otoño-invierno no se hicieron esperar, Ash ya estaba fuera del hospital bajo condiciones médicas y las exigentes reglas de una mujer muy protectora, desde ahora estaría bajo el cargo de Max y Jessica hasta que decidiera un mejor destino para el chico rubio.

Quizás una vida universitaria, un trabajo alejado de políticos o policías que pudiesen rebuscar en su pasado. Ambos mayores querían ayudar al muchacho más allá de lo que pensaban hacer por su hijo. Tanto Max como Jessica lo adoraban como un hijo mayor a pesar de que él no los veía como padres cercanos. Pero los planes de Ash sobresalían de sus manos. Aquel joven de ojos extremadamente preciosos como esmeraldas verdes ya estaba con un claro pensamiento de lo que haría... Ir hasta Eiji Okumura.

Apenas pudo obtener la dirección del chico y su número de teléfono, el dinero no le molestaba en conseguir en poco tiempo. Su esperanza y calma se centraba en el mayor, en su pacifica presencia que le brindo desde el momento, el apoyo cuando sentía que su mundo oscuro lo consumía y aquellos buenos momentos más allá de lo ocurrido. Sostenía su pasaporte y su boleto de avión mientras repasaba sus razones para verle.

Cada vez que lo pensaba, estaba muy seguro que necesitaba al chico japonés en su vida, ese sentimiento de necesidad y cariño estaba tan presente, tan marcado. No había marcha atrás ni alguien que lo detuviera cuando cruzara las puertas del edificio para salir de ese país donde paso 18 años sufriendo.

Era capaz de cruzar kilómetros y kilómetros que deseaba el leopardo oculto en su interior.

Ash era completamente libre de este mundo.

Always With You~ (Banana Fish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora