Capítulo IV: Pide un deseo, mi amor.

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Eran las 4:00 a.m. cuando el despertador de Juliana sonó en la habitación, no tenían mucho rato de haberse quedado dormidas pero sabía que debían levantarse para llegar a tiempo a la zona donde las recogería la camioneta de la agencia.

– Val, mi amor, despierta...– Decía mientras le dejaba pequeños besitos en su rostro –Bebé, vamos, es tiempo de que conozcas tu sorpresa.

Valentina frunció el ceño, definitivamente esas no eran horas de despertar si la sorpresa no incluía un increíble mañanero de por medio. Abrió a medias un ojo y miró la hermosa sonrisa que le regalaba su esposa.

– Es muy temprano ¿a dónde vamos? – Preguntó con un gran bostezo.

– Si te lo digo, dejará de ser una sorpresa bebé.

– ¿Y si mejor nos quedamos aquí acurrucadas y abrazaditas? – Lo dijo y jaló a su esposa para refugiarla entre las cobijas y sus brazos.

– Suena bien, si quieres podemos hacerlo cuando volvamos, anda, te prometo que te va a gustar.

– Está bien cariño, solo porque amo amooo las sorpresas.

– Lo sé, bebé.

Ambas se pararon de la cama y se metieron en la ducha, Juliana le dijo que no se lavara el cabello para que no le diera frío y le pidió que usara ropa abrigadora.

Mientras la ojiazul terminaba de arreglarse, la morena preparaba un pequeño refrigerio en la cocina, ya había puesto en la cajuela de su camioneta una mochila con lo demás que iba a necesitar.

– Estoy lista, baby.

– Te ves muy bonita, bueno con todo lo que te pongas te ves hermosa, mi amor.

– Tú también, cariño.

– Piqué alguna fruta para el camino y empaqué un yogurth.

– Excelente, déjame nos hago algo calientito.

– Ya hice un breakfast tea – respondió la morena.

– Nice!

¿Lista? Es hora de irnos.

– Sip.

La morena manejó alrededor de 30 minutos y cuando ya estaba cerca del lugar, se orilló en la carretera.

– ¿Todo bien, baby?

– Sí, necesito que te pongas esto – le extendió la mano con un antifaz que le serviría para mantener la sorpresa hasta el momento de develarla.

– Qué misteriosa señora Carvajal – contestó la ojiazul alzando la ceja.

– Solo mantengo la sorpresa para mi mujer.

Valentina se colocó el antifaz, Juliana verificó si efectivamente estaba bien puesto así que se acercó y se colocó muy cerca de ella para ver la reacción de Valentina.

– Mi amor, aunque no pueda verte, tu aroma es inconfundible y siento tu mirada.

– ¿Ah sí?

– Sí...

– ¿Y qué más sientes? – Preguntó la morena muy cerca del oído de su esposa.

– Juls...

– Está bien, está bien, no tenemos tiempo pero esta noche será la segunda parte de tu Valentinafest, mi amor.

– Lo espero con ansias, baby.

La morena le robó un besito que Valentina correspondió gustosa. Minutos después estaban llegando al lugar.

Pide un deseo, mi amor | JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora