Capítulo 1

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La wintercup acabó.

Finalmente terminó, lo habían logrado. Seirin se había llevado la victoria a pesar de todos obstáculos que se presentaron en la marcha.

El poseedor del ojo del emperador se acercó a la sombra de seirin y extendió su mano, felicitándolo por su victoria. Odiaba perder pero, finalmente, había reconocido que él, el gran Akashi Seijuro, había perdido.

-Esta es una victoria para ti. No, para todos ustedes. Felicidades. Y prepárense... la próxima vez, seremos nosotros los que ganaremos.

-Sí. Juguemos otra vez. Y otra vez, y otra vez... muchas veces más «Te espero con ansias, Akashi».

De esta manera, Kuroko logró, si bien no reparar por completo los problemas del pasado, consiguió recuperar a sus amigos, por lo menos la oportunidad de empezar de nuevo.

Desde entonces han pasado casi cinco meses, meses en los que no muchas cosas han cambiado, a excepción de que ahora Kuroko se había comenzado a volver a juntar un poco más con la generación milagrosa, lo cual, de cierta manera, a veces incomodaba un poco a su equipo de Seirin, sin embargo se iban acostumbrando de a poco, tanto así, que hasta hace poco más de dos meses, habían empezado a asistir a una que otra reunión junto a ellos y algunos de los otros equipos actuales de la restante generación.

Nuestro protagonista estaba caminando tranquilamente por la calle junto a sus compañeros de Seirin y Nigou, que iba en sus brazos, cuando sintió su teléfono vibrar. Se detuvo para poder dejar al cachorro en el suelo y así sacar el aparato, encontrándose con un mensaje.

-Lo siento chicos, me ha surgido un imprevisto, tendré que retirarme-dijo mientras guardaba el teléfono y se aseguraba de no olvidar nada-Riko-san, ¿Podría cuidar de Nigou en mi ausencia, por favor?

-Está bien Kuroko, no hay problema-contestó Riko.

El peliceleste solamente asintió, realizó una pequeña reverencia y procedió a retirarse con calma.

Llegó a su destino pocos minutos después, que se trataba de un café 24 horas llamado Sweet Coffee; abajo del gran y adornado letrero, citaba: Sweet flavors, sweet memories.
Era un lugar pequeño a comparación de otros locales del mismo tipo, sin embargo no se sentía claustrofóbico ni demasiado cerrado, pues la decoración jugaba muy bien a su favor y el ambiente daba una muy buena impresión.

Ingresó en el lugar tranquilamente, manteniendo su habitual poker face.
La campanilla que anunciaba la llegada de los clientes sonó como, supuso, siempre lo hacía. Era su primera vez en aquel café.

-¡Bienvenido a Sweet Coffee! ¿En qué puedo ayudarle?-preguntó la chica del mostrador mientras direccionaba su vista hacia la entrada, más no había nadie allí, o eso creía, por lo que, confundida, regresó a su trabajo.

De vuelta con Kuroko, él divisó una conocida cabellera roja, que bien sabía pertenecía al dueño del mensaje que lo había hecho cancelar sus planes con su equipo y llegar hasta allí.

En cuanto se acercó, el contrario no perdió el tiempo y con una seña de mano le ordenó que se sentara, cosa que él no contradijo, pues, de todos modos, no tenía por qué estar parado, si hiciera eso (y tuviera la suficiente presencia como para ser notado de inmediato) seguramente la gente solo se le quedaría mirando.

El pelirrojo ordenó un café, una rebanada de pastel de crema con cerezas, otra de vainilla con miel encima y por último, un batido de vainilla, que tanto sabía que le gustaba a la sombra.

La mesera se extrañó por unos momentos ante la orden, pero supuso que tal vez el cliente solo poseía un gran apetito y gustos algo exéntricos. Finalmente, tomó la orden y siguió con su deber, no tenía por qué molestarse en qué pedían los clientes, siempre y cuando ordenaran algo y no solo fueran a sentarse como muchos lo hacían.

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