A Través De Un Sueño ( La Novia Del Titan)

Especial de 1k visitas

( Honestamente no llegue a creer que alguien leería alguna historia que escribiera, pero de todos modos estoy muy agradecida, en este especial tratara de un mundo completamente alterno y fuera de la historia, espero lo disfruten.)

Era una noche fria en un pequeño bar en la ciudad de Tokio, Kouichi estaba sentado al frente de su mejor amigo, mientras bebía una copa tras otra, como si sus problemas se arreglarían bebiendo,algunos sollozos se le escapaban mientras bebía, cualquier persona que lo viera pensaría que su pareja le fue infiel, que lo despidieron o que está hasta el cuello de deudas, pero solo su mejor amigo Jin, su acompañante, sabía de la frustración del ya borracho.

- ES QUE NO LO ENTIENDO, HAGO MI TRABAJO BIEN, PORQUE ESE IDIOTA ME QUIERE HORAS EXTRAS, PORQUE ME COQUETEA Y NO ME DEJA HABLAR CON MIS COMPAÑEROS!- si, lo que lo tenía tan carcomido no eran ni las deudas ni el mal de amor, peor que eso era su jefe.

Se preguntarán, quién era tal ser despreciable del que Kouichi se quejaba en sus 24 años, bueno, el torbellino de problemas se llama Caius, su actual jefe, un hombre que acababa de cumplir 30 años, dueño y heredero de una de las mayores empresas del país, siento también extranjero,  el tipo no era ciudadano japonés, era de una país muy alejado del suyo del cual no recordaba su nombre. El muy puto se asia destacar dónde fuera que vaya, después de todo no todos los días ves a un apuesto hombre corpulento y de casi una altura de dos metros, Realmente Kouichi se veía enano a su altura, se maldecía por no haber seguido creciendo después de los 20.

Aquel apuesto hombre jefe de Kouichi se encargaba de hacer su vida una completa miseria, y no, no lo torturaba o lo golpeaba, no le hablaba mal, todo lo contrario, lo trataba demaciado bien! Era demaciado pegajoso y coqueto, y eso sin duda aterraba a Kouichi, Caius era apuesto ¡pero definitivamente no era gay! ¡El era un hombre completamente hetero que solo quería tener una vida normal.

- Si tanto te cuesta todo, ¿porque no renuncias?- al fin confesó su mejor amigo, el cual en cierta parte compadeció a su mejor amigo.

- Ese es el maldito problema, lo he intentado varias veces, pero al final de cuentas la carta de renuncia acaba quemada o rota, no se cómo lo hace pero siempre se echa a perder, decírselo verbalmente no funciona, la última vez que lo intente creí que iba a morir, además la paga es buena, literalmente no creo que nadie me pague semejante cantidad, asique por eso me aguanto- el pobre de Kouichi volví a beber otro trago de cerveza, mientras algunas lágrimas salían de su rostro, mañana debía trabajar, pero realmente no quería hacerlo, prefería mil veces aparecer en una esquina de la calle con vomito y sin cartera a ver a su apuesto jefe.

- No tienes remedio... Aunque no quiera admitirlo lo mejor es que te lleve a casa, mañana me lo agradecerás, iré por unas pastillas para la resaca- Kouichi se extraño por eso, ¿al fin Jin había madurado? ¿Su novia lo había echo cambiar? No lo sabía ni quería pensar ello. Y digamos que tuvo una fantástica idea, esa que tiene los borrachos cuando están en época de duelo y el juicio se les va de paseo, exactamente por esa estaba pasando Kouichi que pensó que sería una grandísima idea llamar a su jefe y mandarlo de paseo. Lamentablemente Jin no estaba allí para hacerlo espabilar. Por el muy contrario, Jin se encontraba en algún lugar muy lejano tratando de encontrar lo que buscaba.

Kouichi difícilmente logro marcar el número de teléfono de su jefe, se lo sabia de memoria, lo llamaba almenos 5 veces al día, por trabajo por supuesto. El teléfono estaba sonando, en ese tiempo su mente estaba en el aire, hasta que contestó...

- Kouichi? Pasa algo- su voz era profunda, maldito nervios, pero ya estaba aquí, no colgaría sin dejar las cartas sobre la mesa.

- Si, la verdad es que pasa mucho realmente, primero que nada mi apellido es Mizuki, no tiene el derecho de nombrarme tan informalmente cuando solo soy tu secretario- si estuviera cuerdo no se atrevería a decir ni una palabra de ellas, pero el alcohol le daba la seguridad suficiente.