Lucas 2:10

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"Pero el ángel les dijo:

—No tengan miedo, porque vengo a traerles una buena noticia, que será causa de gran alegría para todo el pueblo"

Lucas 2:10

Lucas 2:10

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2010

Te dabas cuenta de que los seres humanos ya no mostraban el mismo respeto hacia los entes sobrenaturales cuando un preadolescente se encontraba a uno y lo primero que hacía era gritar:

—¡Papá! ¡Un ladrón en las ruinas!

Mam contuvo un quejido de pura indignación y se enderezó, con la plancha entre las manos. Era una pieza de piedra de miles de años cubierta por la suciedad y algo de musgo, con unos símbolos de un pueblo indígena perdido. Llevaba un tiempo buscándola.

El que gritó esto era una criatura flacucha y de piel morena que se asomaba por el agujero que daba al interior del templo. Ante este sonido, de pronto aparecieron las cabezas de otro humano pequeño de piel todavía más oscura y un hombre canoso que parecía su familiar.

El humano adulto le dirigió una mirada curiosa a Mam, que rodó los ojos. Realmente podría haberse desvanecido para evitar esto, pero tenía una conexión especial con los seres humanos que buscaban tesoros y estaba aburrido, así que se dijo que no había problema si se inmiscuía un poco en la vida de la Tierra. Nadie tendría que saberlo, no sería tan obvio como lo de Leviatán o Hammón.

Alrededor de una hora más tarde, Mam se encontraba en el interior de una tienda de campaña, vistiendo un atuendo más "humano" que sacó de la película de Indiana Jones, y observando de reojo hacia el templo que era una pirámide escalonada: un triángulo al que le cortaron la punta superior. Estaba medio enterrado en la tierra y los humanos pusieron todo tipo de rampas, escaleras y estructuras de soporte a su alrededor, por las que había visto correr a los dos niños de antes, mientras los regañaban.

El humano frente a él era un arqueólogo de sociedades complejas. Se presentó como Tiago De Assis y pareció que el que Mam le pudiese contestar sin problema en tres idiomas era lo que menos le impresionaba de este encuentro.

Sostenía la plancha desde que Mam se la tendió y todavía tenía una expresión aturdida.

—¿Me está diciendo...que las estructuras a lo largo de Centroamérica y Sudamérica podrían haber estado...conectadas entre sí? ¿A pesar de las diferencias entre cada grupo?

Mam movió la cabeza en un gesto que no era afirmativo ni negativo.

—Más bien compartieron un mensaje. Tenía algo que ver con sus dioses —aclaró, distraído. Puso sobre la mesa entre ambos una plancha muy similar. Aunque sus símbolos eran diferentes, los bordes podían combinarse con los de la primera plancha, como si fuesen hechas para ser una continuación de la otra—. No recuerdo lo que era, así que decidí buscarlo...era importante.

Avaricia (Pecados #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora