Isaías 33:7

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"Oigan cómo gritan los guerreros por las calles,

lloran con amargura los mensajeros de paz"

Isaías 33:7

En el presente

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En el presente

Si Mam le prestase un mínimo de atención al paso del tiempo según los seres humanos, sabría que llevaba casi cuatro horas sentado junto al altar donde dormía Yakarí, con los brazos flexionados en el borde y una de sus manos sobre el dorso de una de las de él.

Hubo momentos a lo largo de su vida en que llegó a odiar sus poderes y lo que representaban, pero justo ahora, percibir sus latidos era lo más relajante que podía hacer.

—Estás realmente mal, ¿verdad?

Mam ni siquiera le miró. Siguió sosteniendo la mano de Yakarí e ignoró el tono de Amenadiel al acercarse, que en verdad no sonaba a que hubiese algo "mal" allí.

—Alguien me contó que eras peor con Ham —mencionó Mam, sin darle importancia a que se sentase a su lado y se estirase.

Los movimientos de Amenadiel se detuvieron por un instante. Luego continuó estirándose más lento y soltó un ruido cercano a una risita.

—Sí, peor. Mucho peor —afirmó—. Todavía...tengo mis momentos.

Mam entrelazó sus dedos con los de Yakarí y giró el rostro hacia elle por fin. Los observaba con una expresión bastante suave y una media sonrisita.

—Ham está con un humano.

Amenadiel asintió.

—Lo sé.

—No te metas —A pesar de que a veces lo trataban como si fuese menor de lo que era debido a la diferencia entre sus poderes y los de serafines y arcángeles, sentía que debía ponerse del lado del resto en esto.

Hammón estaba feliz, aunque no lo dijese en voz alta, y une Hammón de mejor humor mantenía el infierno tranquilo.

—No lo voy a hacer —Amenadiel sacudió la cabeza y volvió a ver a Yakarí—. Creo que incluso es posible que sea mejor no estar con elle justo ahora.

—Seguramente te intentaría convencer de no causar un gran desastre...

—Sí, también por eso.

Amenadiel pasó una de sus manos sobre Yakarí, sin tocarlo, y Mam apretó su agarre. Se percató de que el pulso de Yakarí se aceleraba por unos segundos, antes de regresar al ritmo tranquilo.

—Es un sistema bastante débil, ¿no?

—A veces está mejor —argumentó Mam, como si quisiera dejar en claro que no es que hubiese algo mal con Yakarí. Él no estaba dañado, roto ni incompleto y se pelearía con Amenadiel si insinuaba algo como eso—. Y sabe cómo cuidarse a estas alturas. Estaría más estable si alguien no se hubiese tragado su energía.

Avaricia (Pecados #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora