COLIN BRIDGERTON Y LADY WHISTLEDOWN

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Una nueva semana iniciaba y la casa de las Featherington seguía recibiendo visitas de los caballeros que, gracias a las palabras de la reina, mostraron un interés repentino hacia Penelope.

Sin embargo, la joven no podía dejar de desconfiar de los hombres que la cortejaban, ya que en ninguno de ellos encontraba alguna señal que le dijera que, en caso de aceptar ser su esposa, no perdería su independencia.

Todos los caballeros que la visitaban tenían buen nombre, una reputación que, si bien no era intachable, al menos se podían perdonar sus errores. El más insistente de ellos era Lord Fife. Pero Penelope no sabía qué pensar de él. Gracias a su habilidad para escuchar atentamente en los bailes, sabe salto y seña de la vida del noble caballero. Eso sin olvidar que él era uno de los hombres presentes cuando Colin Bridgerton la rechazó tajantemente de manera pública, lo que provocó una humillación y un gran dolor para ella.

Pero ese día tenía que tomar una decisión sobre Lord Fife, ya que Penelope sabía que no era correcto dejarse cortejar insistentemente por un hombre si no hay un interés de por medio. Como cada día desde hace una semana, Lord Fife acudiría a visitarla, aunque en esta ocasión, sería con la intención de salir a dar un paseo. Sería la primera vez que los verían en público, un aspecto que sin duda será determinante en la decisión de Penelope.

- Penelope, querida, debes apurarte. Lord Fife no debe tardar y no es propio de una señorita hacer esperar a un caballero - dijo Portia al entrar a la habitación de su hija.

- Mamá, yo sé que tu matrimonio con mi padre no fue por amor. Pero aun así, ¿fuiste feliz con él? - preguntó Penelope mientras veía a su madre a través del espejo, lo que provocó que Lady Featherington dejara de retocarse el peinado y dirigiera su mirada hacia la menor de sus hijas.

- Penelope, no te diré que el matrimonio con tu padre fue como estar en un verano eterno, porque eso sería mentirte. Pero sí te puedo decir que, si tuviera que elegir de nuevo a tu padre, lo haría sin dudarlo. Nuestro matrimonio nos dio tres hijas, las cuales se volvieron mi razón de vivir y mi más grande orgullo, aunque a veces me desesperen - le respondió Portia a su hija con la mayor sinceridad que pudo.

Tras un breve silencio, Portia colocó sus manos en lo hombros de su hija y observó su rostro en el espejo.

- Casarse por amor es lo que cualquier jovencita desearía, pero también se puede encontrar la felicidad en cualquier matrimonio. El truco, Penelope, está en elegir a un compañero con el que te sientas cómoda, que no tengas temor de ser tú misma y que te brinde al menos la satisfacción que te mereces.

Después de esa plática, Penelope supo que su relación con su madre no sería igual. Habían creado una especie de vínculo especial tras el cortejo que recibió a lo largo de esta semana. Pero ese día, comprobó finalmente que su madre la amaba tal y cómo era, y eso le daba el valor suficiente para elegir a un esposo, aunque no fuera por amor.

Las mujeres Featherington se encontraban ya en el salón realizando sus labores cotidianas cuando Lord Fife hizo su entrada, saludando primeramente a la matriarca y posteriormente fijando toda su atención a Penelope.

- Señorita Featherington, espero que no se haya olvidado de mi propuesta para salir a pasear - dijo Lord Fife mientras tomaba asiento frente a la joven en cuestión.

- Por supuesto que no, milord. Podemos ir en cuanto usted lo considere prudente - Penelope le regaló una sonrisa tímida, tratando de disimular el remolino que sentía en su interior a causa de los nervios.

Así pues, se dispuso que Penelope y Lord Fife darían el paseo prometido, bajo la guardia y custodia de su hermana Prudence y una de las doncellas de la casa.

El amor menos inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora