EL ESPEJO

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- ¡La encontré! – Gritó Colin al entrar al salón Featherington esa mañana.

- ¿Qué encontró? – Preguntó Penelope al tiempo que seguía atendiendo su correspondencia.

- La casa, el lugar en donde podemos llevar a cabo las lecciones para conseguirte al marido perfecto – dijo Colin mientras se acercaba a la mesita donde estaba su amiga y tomaba asiento a su lado.

- ¿Lecciones? – el rostro de Pen se llenó de dudas, por lo que tuvo que dejar sus cartas a un lado y enfocar su atención a Colin. – Pensé que el acuerdo era su orientación para elegir un marido, no para volverme en la esposa perfecta.

- Una cosa está ligada con la otra, Pen – dijo Colin al tiempo que tomaba la mano de la joven, un hecho que lo hizo sentir una corriente eléctrica por todo su cuerpo, olvidándose así de todo, salvo de Pen y de su mano encima de la de ella.

Fue la joven quien decidió retirar su mano del agarre de Colin, lo que hizo desaparecer esa sensación tan familiar y a la vez desconocida para él. Decidió tomarse unos segundos antes de proseguir con su idea.

- Para que el marido perfecto llegue, debemos tener opciones, y para tener opciones necesitamos atraer a la mayor cantidad de hombres posible. Y eso únicamente lo podemos lograr si tú te conviertes en la mujer ideal para cualquier caballero.

- Pero, señor Bridgerton, yo no necesito lecciones, sé lo que un hombre busca en una mujer – respondió Pen al señalamiento de Colin, por lo que éste lanzó un profundo suspiro.

- A ver, vamos a poner claros dos puntos – dijo Colin acercándose más a su amiga.

En ese momento supo del gran error que había sido eso, estaba tan cerca que, si se proponía moverse un centímetro más hacia adelante, sus labios estarían rozándose. Una idea que en ese momento no le pareció tan descabellada.

Así que, por ser un caballero, decidió desviar su mirada y dirigirla a los ojos de Pen. Unos ojos que había visto desde hace años, pero que nunca pudo apreciarlos como ese día. Ese tono de azul tan peculiar, su brillo tan intenso que era capaz de hipnotizar a cualquiera. Tragando saliva y conteniendo sus impulsos de animal, Colin prosiguió.

- En primera, no más 'señor Bridgerton' – dijo Colin con una voz cargada de emociones. – Cuando tú y yo estemos solos, dime Colin, como siempre – terminó de decir, deseando en ese instante tener muchos momentos a solas con Pen.

- Está bien... - respondió Pen con un hilo de voz, dejando en claro su nerviosismo ante el acercamiento de Colin. – ¿Algo más?

Colin se sentía perdido, como si esos ojos hubieran conseguido el objetivo de hipnotizarlo, volverlo un esclavo de ese azul intenso. Sentía el sudor en sus manos, cómo su corazón se iba acelerando ante la posibilidad de... quizás... un beso...

- Sí... - dijo por fin. – No hay nadie mejor que un hombre para saber lo que otro hombre busca en una mujer – dijo Colin perdido entre la mirada de Pen.

Los amigos permanecieron en silencio unos instantes, quizás horas, viéndose a los ojos, Colin preguntándose si ese brillo en los ojos de Pen había estado siempre ahí y por qué no se había dado cuenta antes. Penelope conteniendo las ganas de soltarle todos sus sentimientos a Colin, esos que ha mantenido guardados bajo llave en su corazón desde hace tantos años.

La voz de Portia Featherington en el pasillo, hizo que ambos jóvenes saltaran en sus asientos, rompiendo así el intercambio de miradas y alargando la distancia entre sus labios, para alivio de Penelope y para desgracia de Colin.

El amor menos inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora