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Ser llamada a la oficina de su jefe nunca era problema para Angie, era considerada talento nato en su trabajo. Sabía de antemano por uno de sus amigos en la empresa, que estaba siendo considerada para tomar la dirección. No era ególatra, ni mucho menos, pero para lo único que podía pensar que era llamada era para darle tal noticia.
-Pasa Angie.
Mauro, el actual jefe, le sonrió cuando esta se posó frente a la puerta de cristal de su elegante oficina.
-Buen día, Mauro.
-Buenos días, ¿como te va el día?
El siempre era amable con todos, sin embargo no creía que estuviera exactamente sonriente si fuera para cederle la dirección.
-Todo bien, como ves es día de oficina. Por lo que puedes suponer que es día tranquilo.
-Ya lo veo.- Mauro se retiró sus lentes.- Angie, has estado haciendo las cosas increíblemente, todos te conocen y tienen confianza en tus negocios.
-Bueno, gracias.- Angie sonrió levemente, se sentía orgullosa pero no le gustaba alardear.- ¿Me llamaste solo para felicitarme?
-No creo que necesites más halagos de los que ya recibes. Verás.- Mauro dijo recostándose en su silla.- Sabes que ya nos hemos ubicado recientemente en Buenos Aires, y como sabrás necesitamos a alguien allá.
A pesar de tratar de no mostrar alguna emoción, Angie no pudo evitar los sentimientos de anticipación ante lo que escuchaba.
-Supongo que habrás escuchado los rumores sobre considerarte para la dirección. Pues así es, sin embargo no aquí, te queremos en la dirección de Buenos Aires.
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Angie se recostó en uno de los sofás de su sala. Tan solo le habían dado dos días para prepararse para su traslado, había estado yendo de allá para acá.Observó bien su hogar. Las cosas le iban hoy de maravilla en el trabajo, si embargo solo ella sabía lo que había luchado para tener lo que hoy tenia. Cuando salió de su casa apenas terminó su carrera, consecuencia de una pelea con sus padres, la había pasado mal al momento de conseguir donde vivir. No podía evitar sentirse orgullosa de hoy en día tener su propio departamento.
Sintió nostalgia, ahora, a causa de su trabajo tendría que dejar su hogar. Con una cerveza en mano, y su laptop enfrente analizo bien si hacer aquella ultima llamada o no.
No se permitió pensarlo mucho, y presiono el contacto en FaceTime. Unas diez segundos después, una sonrisa iluminó su rostro cuando la cara de su sonriente sobrino apreció en la pantalla.
-¡Tia!
-Hola, moco. ¿Estabas ocupado?
-No, termine de comer.
Observó que el pequeño se acomodaba mejor en el sofá, apuntado bien el iPad para verlo por completo.
-¿Ah si? ¿Que comiste?
-Mmh, mamá pidió pizza esta vez porque es viernes.
-Apa, que rico. ¿Está ella por ahí?
-Nop, fue a su habitación, me dejó ver la tele un ratito. ¿Queres que le hable?
-¡No, no! Justamente quería hablar solo con vos.
El pequeño soltó una risita y acercó la cámara, sabiendo que como casi siempre, aquella era una conversación secreta, ahora Angie solo veía su rostro.
-Escucha, peque. Ya sabes que viajo mucho por trabajo, ¿cierto?
El pequeño asintió escuchando atentamente.
-Bueno, me toca hacerlo de nuevo. Pero esta vez será por un poquito más de tiempo. Tendré que quedarme un tiempo porque tengo mucho mucho trabajo.
Angie observo cómo un puchero se empezaba a asomar en el rostro del niño. Suspiro pesadamente, esta iba a ser la peor parte de todo.
-Cuando viajas no pasas los fines de semana conmigo.- el pequeño lloriqueo.
-Si, lo sé Andi. Y lo odio, sabes que mis fines de semana contigo son mis favoritos. Pero la tía tiene que trabajar, ¿si?
El niño empezó a sollozar negando con la cabeza. Angie sabia que esta llamada sería difícil. Pero tuvo que actuar rápido o su hermana escucharía al niño, y se enteraría de todo.
-No llores, moco. Escucha, aún que este lugar es más lejos voy a volver cada mes, y vendré a estar solo contigo. Y te llamaré diario, ¿si? Se que te encanta hacer videollamadas y esta vez te juro que lo haremos diario. También hablaré con tu mamá para que puedas venir a visitarme, ¿que te parece?
El niño seguía sollozando pero ante la mención de visitarla su cara se iluminó, otra cosa que su sobrino amaba eran los viajes.
-¿Podremos ir en tu auto? ¿Como cuando vamos a pueblos a las feria?
Andrés amaba hacer viajes en su auto, porque Angie hacía que todo fuera divertido para el, lo llevaba a ferias, y en el camino la dejaba comer golosinas y ponía su música favorita todo el camino.
-Justo así. Pero para eso debes prometerme que no estarás triste mientras yo no este, y también quiero que no le cuentes esto a tu mamá, o a tus abuelos. Solo si preguntan. ¿Dale?
-Dale.
El niño dijo dudoso.
-Gracias, Andi. Pórtate bien y te llamaré también mañana, y los días que le siguen. Mandare regalos y te visitaré pronto. Te voy a extrañar mucho mucho.
-Yo te voy a extrañar más, tia.
El puchero que se había ido parecía estar volviendo, Angie supo entonces que debía terminar la llama ahí si no quería hacerlo más difícil.
-Tengo que irme, guapo. No quiero que llores más, ¿si?
El niño sorbió un poco la nariz y asintió sin muchas ganas. A pesar de que estaba siendo difícil, Angie creyó que sería peor. Se dijeron unas últimas palabras y Angie corto la llamada con el corazón roto.
La mala relación que tenía que sus padres y la poca interacción con su hermana, no la habían detenido de crear un gran vínculo con el niño de ocho años. Dejar de ver a su pequeño sobrino seria lo único que lo dolería al irse.
Tomo de nuevo la cerveza y se la termino en seguida. Camino a la cocina para dejar la botella junto a las otras ya vacías que había terminado antes de la llamada. Apago las luces y camino a su habitación, era claro que apenas era poco más del medio día pero no quería pensar más, por lo que se tiró a la cama con la intención de dormir si fuera posible hasta el día siguiente, cuando tuviera que tomar su vuelo, directo a su nuevo hogar.
—-voten voten y les subo cap 1, q siento q con el prólogo no es suficiente 😏

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Lo que estaba escrito | Brangie
FanfictionNo importa que hicieran, las cosas entre Brisa y Angie ya estaban escritas.