LEAH
Si me viera mi madre de nuevo de la mano de este chico diría que me he drogado o algo, pero la verdad es que cuando uno ha sufrido tanto ya deja de luchar por lo difícil y busca algo que en algún momento le fue fácil y seguro, y aunque me pese, para mí ese es Cristian.
Os preguntaréis muy posiblemente cómo volví a estar con él después de todo lo que hizo, pero en realidad fue demasiado fácil. Al mes de regresar de Escocia comencé de nuevo a usar las redes sociales y ahí es cuando vi que Cristián se había mudado a Madrid para empezar aquí la Universidad, así que le hablé y quedamos para digamos "limar asperezas", después de ese rato juntos empecé a sentirme mal por haberlo dejado así que después de unas quedadas más y unas citas con amigos empezamos – de nuevo – a salir.
Patético. Lo sabemos.
Al principio pensé que se me haría muy duro todo, pero en verdad todo fue tan sencillo y tan natural que incluso me asustaba, después de unas quedadas más y de tres meses de novios quedamos en regresar a Salamanca a vivir juntos, un gran paso lo sé, pero necesitaba volver a mi hogar. Madrid ya no me inundaba esa alegría.
Por fin había llegado noviembre, el frío madrileño me helaba los huesos y el aviso de un nuevo temporal de nieve solo hacía que asustarme, sobre todo contando que en una semana tenía que firmar en la Casa del Libro mi primer y único best seller.
— ¿Estás preparada? — me preguntó Susana enfundada en un pijama de lana mientras se tomaba un café.
— No.
Para que mentirse.
— Bueno, todavía queda una semana. ¿Qué podría salir mal?
— Demasiadas cosas, la verdad.
Me revolví en el sofá y revisé el calendario. Solo ese mes ya tenía más eventos que ganas de vivir.
Di que sí, con positivismo.
— ¿Qué pasa Leah? — me preguntó cuándo vio que me perdía en mis pensamientos. Cosa que pasaba frecuentemente.
— Nada.
— No mientas.
— No miento.
— Ya.
Vale, es verdad que últimamente no estaba muy bien, sinceramente no sé por qué. Lo único que sé seguro es que el día 7 de noviembre, tendría que estar firmando en la Casa del Libro y tenía esa pequeña impresión de que algo malo iba pasar. Y no es porque mi novio me vaya a acompañar, a él en verdad todo esto le daba igual.
Menudo inútil.
El problema es que llevaba varios días sintiendo que me faltaba algo. Algo que ni siquiera Cristian puede cubrir. Y ese algo tiene nombre y apellido mágico.
Es un poco injusto por mi parte lo sé, él ya estaba casado con Emma desde hacía bastante, figúrate estamos en noviembre y todo eso pasó en enero, pero con todo y con eso aún no podía olvidarlo. Tampoco ha dado muchas señales de vida. Solamente hasta abril, el verano ni siquiera recibí un mensaje y aunque estuve tentada a felicitarlo por su cumpleaños – porque él lo hizo en el mío – me abstuve y seguí a lo mío.
Pero las lágrimas no pude evitarlas, de hecho, me pasé más de medio año llorando todas las noches, incluso cuando que empecé a verme de nuevo con Cristian y todo volvió a mi estúpida realidad.
Todo hasta que tuve esa rarísima sensación un martes a finales de septiembre. Estaba paseando por la Puerta del Sol cuando escuché que alguien me llamaba a grito pelado. Yo obviamente no me giré, en vez de eso hice lo más correcto para esa situación. Huir.
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Siempre serás tú.
Teen Fiction#BilogíaNosotros (2 parte) Leah y Peter no eran el prototipo de pareja perfecta, pero si entraban dentro de los márgenes de pareja de libro. Solo bastó una mirada fugaz para que ella quedara encandilada bajo los encantos de él, y solo necesito un en...