Capitulo 2 LA PROMESA A UNA ALMA Y LA VISITA DE YOUKO SAIONJI

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Había regresado en la madrugada de mi largo recorrido por todo Nápoles, me sentí muy bien por eso el trayecto que hice, gracias ello me ayudo a despejar muchas dudas y pensamientos sobre el favor que me va a pedir la señorita Youko Saionji. Tomé el celular. Observé la hora, eran las 8 de la mañana, les escribí por WhatsApp a Claudia y a Camila para el favor que les pedí ayer.

Mientras me respondían, ordene la cama de mi habitación, y rápidamente entre al baño para darme una ducha de agua fría, y relajarme el cuerpo. Al poco tiempo Salí, busqué un traje que Adrienna me había regalado por el segundo triunfo del abierto de Roland Garros Junior. Me lo puse, camine al espejo grande de la habitación, me mire que quede muy guapo, al poco rato, regrese al lugar donde había sacado el traje, saque unas medias negras de muslo y unas botas de tacón, me las coloque para terminarme de vestirme. Y detalle en la pantalla del celular que me habían respondido. Las dos me dijeron que si y que en hora y media me esperan en el lugar acordado.

Tomé mis cosas, como el celular, llaves y la tarjeta para entrar después de mi regreso, ya con todo preparado Salí con rumbo al lugar

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Tomé mis cosas, como el celular, llaves y la tarjeta para entrar después de mi regreso, ya con todo preparado Salí con rumbo al lugar. Baje por el ascensor, Salí de la torre donde vivo y baje hacia la portería de los apartamentos, para buscar un taxi. Para mi fortuna había uno estacionado como esperando cliente. Me subí en él, le dije el recorrido al conductor y accedió a llevarme.

La primera escala fue una gran floristería, donde el conductor paro el auto, para que fuera y buscara unas flores. Fue rápido porque lo que necesitaba estaba en cultivos. Le pagué las flores al encargado y retomé al auto. El conductor me dijo.

—¿Acaso, eres Gustavo Lockser?

—SI. ¿Por qué, lo dices?

—Lo dijo. Porque solo una persona compra esas flores y pide que lo lleven a esa iglesia

—No hay problema, amigo, para eso te pagaré bien. Y gracias por el favor. Que Dios y San Paolo te multipliquen las bendiciones.

—Muchas gracias, joven. En verdad eres muy diferente a tus padres, y a los bastardos del norte.

El conductor se detuvo, y observé que habíamos llegado

—Son 150 euros.

—Mira ten 200, los 50 son para ti.

—Gracias, antes que te bajes. Quiero pedirte otro favor

—¿Cuál? Y lo haré

—Me firmas, mis guantes de conducir

—Claro, porque no.

El conductor se los quita y me los pasa con un plumón azul celeste. Donde se los firme.

—Muchas gracias, joven y suerte.

Me bajé del lugar cuando, mire a Camila y Claudia que vestían trajes raros para la ocasión

¿Un nuevo amor? Sekai SaiojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora