¡ cinco !

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Vaya mierda de día.

Todo había sido tan lindo que ahora que lo pensaba parecía extraño como él no había arruinado antes de alguna manera su encuentro con Minho y Hyunjin, ¿es que a él lo perseguía la Ley de Murphy o cómo? ¡Universo, ¿qué es lo que quieres del pobre y solitario Yang Jeongin?!

Para ese momento estaba completamente boca abajo sobre su cama con su cara pegada a su almohada en un intento por dejar de respirar por unos segundos, el cual fue completamente fallido.

Quería llorar para drenar aquel malestar que se instaló en su pecho desde que notó como el auto en el que sus dos mayores iban había desaparecido por la carretera, y que había aumentado como no tenía idea cuando ninguno de sus quién-sabe-cuántos mensajes fue recibido por el rubio.

Su malestar tenía nombre y apellido, y ese era Hwang Hyunjin.

¿Por qué tenía que gustarle de esa manera? ¿Acaso su corazón no entendía cómo se supone que funcionaban las cosas?

¿Y si Hyunjin ya no le hablaba? ¿Quizás hizo mal en decir aquello? ¿Ya no querría verlo nunca?

Pensar eso último le hizo sentir que una parte de sí mismo se quebraba, ¿recién lo había conocido en persona y ya no quería verlo? Reflexionar al respecto lo carcomía de una forma lenta, estresante, desesperante y muy, pero muy desagradable. Suspiró rendido y con desbordante tristeza contra la tela blanca de su almohada, mientras se resignaba contra su mente y dejaba que esta lo torturara como mejor le pareciera.

Finalmente y como consecuencia de tanto estrés su cuerpo se destensaba muy lentamente a la vez que parecía que los brazos de Morfeo comenzarían a arroparlo en medio de su vergüenza y sufrimiento, luego de tanto seguramente ya se quedaría dormido.

Su rostro estaba ladeado para permitirse respirar, quizás quería morirse pero debería lograr hablar con el rubio antes de hacerlo, sus párpados ya estaban cerrados y poco a poco caía en el gran mundo de los sueños...

— ¡Yang Jeongin!

Entonces el gran grito por parte de Minho desde afuera de su casa junto con el repetitivo sonido de la irritante bocina de su auto lo hizo dar un gran respingo que eliminó todo rastro de falsa paz en su cuerpo. Aturdido, se levantó con lentitud de su cama, apresurando los últimos pasos para llegar a su ventana debido a lo fastidioso que se estaba volviendo el pelinaranja luego de veinticuatro segundos sin atención.

Abrió la ventana de su habitación y asomó su cabeza por allí para ver a su hyung.

— ¡Apague eso! ¡Estoy aquí! —gritó Jeongin desde su ventana.

Minho se detuvo cuando miró al pelirrojo, dejó tranquilo el claxon, cerró la puerta de su auto y se acercó hasta un punto en donde el menor lo observara mejor bajo la parcial oscuridad que comenzaba a arropar la ciudad.

— ¿Por qué volvió? —preguntó el pelirrojo en un tono lo suficientemente alto como para ser escuchado pero sin llegar al punto de gritar a diferencia de segundos antes.

— Baja, tenemos que hablar —Jeongin estuvo a punto de negarse cuando el más alto añadió—. Si no bajas tocaré esa estúpida bocina hasta que no oigas nada más.

El menor rodó los ojos antes de asentir e irse a colocar una chaqueta sobre la pijama que ya se había colocado con anticipación. Bajó las escaleras de su hogar y abrió la puerta principal para encontrase con Minho quién lo miraba de forma sospechosa mientras estaba recostado de la puerta del copiloto de su auto.

A paso rápido el menor se acercó.

— Ahora sí, hyung. ¿Qué se supone le ocu...?

En simultáneo a las palabras del menor, Minho, sin dejar de mirarlo en ningún momento, tocó con suavidad el vidrio oscuro de la puerta de la cual se encontraba recostado como una señal que Jeongin no captó de inmediato, para así luego abrirla y dejar salir a un algo encorvado y sonrojado Hyunjin.

── writer crush !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora