Effort

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Nakahara Chuuya, una chica de tan solo dieciséis años de edad que lamentablemente sufría problemas económicos desde la muerte de sus padres. Hubo un tiempo donde a duras penas pudo sobrevivir junto con su hermano, solo por fortuna su situación económica mejoro con el paso de los años, sin embargo seguía siendo un poco mala.

-Chuuya, despierta.- un dedo paso por su mejilla acariciándole.-

-Uhm.- se quejo mientras daba un manotazo al dedo por su rostro.-

-Ah... esta niña.- susurro por lo bajo para luego dar un pequeño golpe en su frente con su dedo índice y pulgar.-

-¡Waa! ¿Qué quieres?.- acabo por quejarse una vez más mientras sobaba su frente.-

-Tienes treinta minutos para desayunar y cambiarte, debo llevarte a la escuela.-

-¿Y si hoy no voy?...- se escondió entre las cobijas.-

-Chuuya.- El tono con el que la llamo sabía que no era bueno.-

-Ya entendí, voy a cambiarme, sal de la habitación.-

-Así me gusta, Chuuya.- sin más, su hermano salió de su habitación.-

Amaba a su hermano, era lo único que le quedaba luego de la muerte de sus padres, él único que la protegía y la cuidaba de cualquiera.

Se tardo unos momentos en cambiarse, prefería gastar más tiempo en cambiarse que en desayunar, la razón era simple:

no quería gastar comida.

Es preocupante que a su edad -e incluso desde muchos años antes- ya se estuviera preocupando por la comida.

Había descubierto que su hermano se llevaba la comida que sobraba del desayuno, es por eso que prefería no comer demasiado para que su hermano llevara más comida y tuviera más energía, después de todo él era el que mantenía la casa, el pequeño trabajo de Chuuya solo era un apoyo mínimo.

Estaba lista. Su cabello cepillado, el choker, las medias blancas arriba de la rodilla, falda azul cielo de cuadros y una camiseta blanca mal abotonada con un listón azul cielo mal puesto.

Había perdido al menos veinte minutos, un milagro.
Fue directamente hasta el comedor donde ya la esperaba su hermano.

-Chuuya, tardaste demasiado.- le regaño.-

-Perdón, soy una chica, me gusta arreglarme.- una excusa tonta que se le ocurrió de la nada.-

-Pues yo no lo notó mucho.- le miró extrañada.-

El mayor se acercó hasta la pelirroja abotonando bien su camiseta y acomodando el listón al rededor del cuello de su camiseta para que pareciera un moño.

-Anda, a desayunar.- la menor asintió.-

Ambos se sentaron en la mesa para comenzar a desayunar. Debido a que solo tenían diez minutos lo hacían con rapidez para no perder más tiempo del deseado.

-¿Iras a trabajar hoy?.- preguntó Verlaine.-

-No, no al menos hasta mañana.- prefirió concentrarse en su desayuno.-

-Bien. Hoy llegare tarde así que no podré ir por ti a la escuela, asegúrate de venir con cuidado.- la pelirroja asintió.-

Incluso cuando ambos tenían trabajo el dinero apenas si era suficiente para sus gastos semanales, incluyendo algo de comida, no siempre podían darse lujos cómo comprar ciertas cosas que les gustaran puesto que en esa casa el ahorro de dinero era indispensable -por más que Verlaine le ha dicho a Chuuya que puede usar su dinero como ella quiera-.

My Ballerina | soukoku AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora