Sunrise | Las joyas de la princesa

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El palacio estaba silencioso, lo único que se oían eran las suelas de unos tacones apurados

Una pelirroja caminaba velozmente mientras sujetaba su vestido para evitar pisarlo, resulta que acababan de informarle que su amado padre acaba de volver después de una larga batalla en la cual él y el ejército habían resultado victoriosos

Al llegar a las puertas de la sala del banquete se detuvo para calmar su respiración, arreglo su desordenado cabello y aliso su vestido rápidamente, con una sonrisa miro al guardia dándole a entender que ya estaba lista

-¡Aurora de Secramise, Santa y primera princesa del imperio de Arbezela, ah llegado! -anunciaron su llegada al mismo tiempo que abrían las grandes puertas y las trompetas sonaban-.

La de orbes esmeralda camino tranquila y calmadamente a diferencia de hace unos minutos, y al estar frente al emperador se inclinó mostrando respeto

-Saludos a su majestad el sol radiante de nuestro gran imperio de Arbezela, lo felicito por su reciente victoria, gracias a usted y a nuestros soldados, nuestro amado imperio y su gente está a salvo, que la bendición de nuestro dios lo acompañe -termino de hablar con una suave sonrisa-.

-...-El emperador la miraba seriamente pero de pronto su rostro cambio totalmente- Oh! Aurora! Mi hermoso y dulce amanecer! -exclamo mientras se acercaba rápidamente a su primera hija-.

-Padre! Estoy tan feliz de que volviera a salvo! -exclamo también la pelirroja mientras corría al encuentro del mayor- rece todos los días por su bienestar y el de nuestros soldados!

-Oh! Mi amado amanecer es demasiado amable! No caben dudas de que mi pequeña princesa es la mejor! -hablo para luego tomar la cintura de su primera hija y darle una vuelta en el aire, provocando que la pelirroja soltará una risa emocionada-.

-¡Ariana de Secramise, segunda princesa del imperio Arbezela a llegado! -fueron interrumpidos por la llegada de la hija de la emperatriz-.

Ariana camino tranquilamente hasta estar frente a su padre y hermana mayor, ocultó su molestia al ver a la pelirroja aún al lado de su padre y se inclinó educadamente frente a su padre, el emperador.

-Su majestad, el sol radiante del gran imperio de Arbezela, acepte mis felicitaciones, escuché que el ejército real ganó hace poco una batalla importante en la guerra. Ahora tiene más ciudadanos que cuidar, padre -termino de hablar la albina-.

-Oh! Ariana querida! -exclamo el rey mientras tranquilamente se acercaba a su segunda hija-.

-Pero sobre todo estoy feliz de que haya vuelto sano y salvo! -exclamo con aquel tono encantador e infantil que solía usar con su padre-.

Grr...

La pelirroja miro a sus costados al reconocer al dueño de aquel gruñido

-¡Todo el imperio celebra la victoria de su majestad! ¡Yo, Bavilo, primer príncipe de Arbezela me regocijo con esta gran victoria! -el grito del primer príncipe se escuchó por toda el salón, sin embargo fue ignorado y despreciado por su padre- ¡Permítame acompañarlo durante la próxima batalla! -hablo tratando de captar la atención del mayor- ¡Yo, Bavilo, le traeré la cabeza del líder enemigo! -Exclamó seguro de si mismo-.

-Tu maestro de espadas no habla bien de ti, te aconsejaría que te centres en pulir tus habilidades -habló amenazante el emperador-.

-Si padre...-hablo nervioso y frustrado el mayor de los hermanos-.

La pelirroja miro esto enojada, detestaba que su padre tuviera favoritismo entre sus hijos, lo cual si lo decía en voz alta sonaría hipócrita, siendo que varios consideraban que ella era la favorita de su padre