Prólogo

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Era un día común y corriente; La princesa Adhara había dejado sus labores en el palacio momentáneamente con intención de pasear por un campo con un hermoso lago en las afueras del imperio Oriental. Era un largo trayecto pero a su opinión valía la pena

A pesar de ser la única hija del emperador de esta tierra, La rubia no se tomaba en serio sus responsabilidades. Pues a pesar de ser inteligente y manejar a la alta sociedad perfectamente a pesar de su corta edad, al ser una mujer no se esperaba que ascendiera al trono como emperatriz

En pocas palabras a pesar de lucir idéntica a su madre era el polo opuesto. Enérgica y ruidosa, su mayor sueño era viajar por el mundo, salir de los muros del palacio y vivir sin ataduras. Pero Adhara en el fondo sabía que a lo único que podía aspirar era a unos pequeños viajes de campo entre semanas

Adhara: desde este punto caminaré yo sola—ordenó con una sonrisa a los guardias que la acompañaban y estos asintieron alejándose inmediatamente

La rubia vagó tranquilamente con las praderas cuando una figura delante de ella la alertó

Vio a un hombre a la lejanía descansando a la sombra de un árbol, no habría nada de raro en esto si no fuera por lo que estaba apunto de consumir

Adhara: ¡¿que cree que hace?!—exclamó horrorizada alejando la fruta del extraño

—¿disculpe?—se puso de pie algo enfadado por el arrebato de esa joven desconocida ¿Cómo podría una simple plebeya arrebatarle el alimento a un duque extranjero?—iba a comer eso

Su mal humor se desvaneció al ver el rostro de la joven: ojos verdes brillantes, cabello largo, rubio y limpio que brillaba con el sol, un cuerpo hermoso y la forma atrevida en que sus labios carnosos se fruncían con enojo

Adhara: ¡ese es justamente el problema! ¿Cómo se le ocurre comer una baya venenosa?

—¿qué? ¿venenosa dice?—la chica rio levemente

Adhara: Parece no ser de por aquí—señaló el arbusto con obviedad—las bayas de radhan son oriundas del imperio oriental. Hace efecto media hora después de comerlas; los síntomas son dolor de estómago, fiebre y finaliza con una terrible diarrea

El oji verde se quedó sin palabras mirando la fruta con la boca entreabierta, pero prontamente recobró su actitud confiada

—¡vaya! ¡no lo sabía!—se acercó lentamente a la rubia con una sonrisa engreída—me salvó de una verdadera tragedia señorita ¿Cómo puede este humilde servidor desconocedor de bayas agradecerle?

Adhara: n-no es necesario agradecer..no es nada—tartamudeó manteniendo la distancia de ese atractivo hombre

—¿ropa nueva? ¿joyas?...Pensándolo bien...eso sería muy poco para usted—acarició su mentón fingiendo pensar— que te parece...un beso

Adhara: ¿eh?

De todas las opciones que se imaginó eso no se lo esperaba, Su propuesta la tomó desprevenida y eso hizo que el extraño la tomara de la barbilla

—Si. Puede que un beso sea mucho para una chica tan joven como tú—asintió para sí mismo con confianza—Pero si quieres..podría darte más que un simple beso. Sería un lindo recuerdo ¿no?—miró a Adhara esperando una respuesta

La mayoría de mujeres no habría perdido la oportunidad de besarlo y llegar a más cosas en ese mismo lugar. Estaba seguro que esa muchacha no sería la excepción y podría divertirse un rato con ella

No esperaba que su expresión se ensombreciera con desagrado

Adhara: Asqueroso

—¿eh?—balbuceó el shock. Esa respuesta lo había desconcertado y en su mente solo se repetía esa palabra

"asqueroso"

Literalmente había perdido el control y se tambaleó, tropezando en la orilla del lago y cayendo en este. Arrastrando a Adhara con él por supuesto

Esa fue la gota que derramó el vaso para la joven princesa

Adhara: ¿me ofrece semejante cosa por haberle salvado? ¿qué tiene en la cabeza? ¡¿con qué confianza se atreve a tutearme?! ¡acaso no sabe quién soy!—quitó un mechón húmedo de su rostro permitiendo que el hombre viera sus ojos chispeantes de ira—Ni siquiera te salvé de morir o algo así ¡solo te daría diarrea unos días! Y no te ayudé con segundas intenciones, si hubiera sabido que eras un hombre tan vulgar hubiera dejado que aprendieras tu lección ¡jum!

La rubia abrió los ojos como platos ante lo que acababa de decir. Lo primero que le ordenó su madre para dejarla salir sola fue 1. No hablar con desconocidos y 2. Si iba a abrir la boca debía hacerlo con prudencia

Adhara: ¡quiero decir! ¡no quiero nada! ¡ADIÓS!—se levantó sintiendo todo su cuerpo temblar por el frío y huyó lo más rápido posible hasta llegar a su carruaje dejando al joven duque petrificado en su lugar

¡Él era el duque Ergi! ¡el playboy más famoso de todo el reino de occidente! ¿cómo pudo esa niña desconocida consternarlo de esa manera?

Por la sonrisa que mostró al verla irse y el recuerdo de su bello rostro él sabía la respuesta

Y no se detendría hasta verla nuevamente

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍 𝐅𝐎𝐑 𝐘𝐀 [Duque Ergi Claude y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora