Epílogo.
El manto cálido del sol de esa tarde entraba por el ventanal del apartamento, las pinturas y retratos brillaban para darle un poco de vida a las paredes, las figuras en los estantes tenían polvo por encima al nunca ser usados o en otros casos, vendidas, el aroma que persistía era la loción que el dueño usaba a menudo, con un toque cítrico por su adoración por las mandarinas. La cocina estaba intacta y solo habían sopas en el refrigerador, la sala de estar era adornada por lámparas y una caja de música en una mesita junto al sofá.
La pequeña castaña se sentó en ese sofá con curiosidad por la melodía, escuchó atentamente el piano y podía imaginar un vals en acompañamiento.
ㅡMiko, puedes llevártela si quieres.
ㅡ¿A mi abuelito no le molestaría?
El hombre, su padre, se sentó a su lado y colocó la caja en sus manos ㅡ. Estoy seguro de que a tu abuelo le encantaría que cuides bien de ella, iré a guardar unas cosas, espérame aquí.
La niña asintió con una sonrisa, agitando sus pies como si fuera una bailarina, entonces, sus ojos se fijaron en un retrato que estaba justamente enfrente de ella, sobre la televisión en una repisa adornada de rosas ya marchitas, tenía una manta blanca encima por lo que no podía verlo claramente, a un lado vio un banquillo y ante su curiosidad, con la que una niña de siete años puede tener, empujó el banquillo para pararse sobre el y apartar la manta del retrato.
ㅡ¡Qué bonito!ㅡ chilló.
Sus ojos se deleitaron con un rostro de porcelana; labios grandes de un bonito color rosa, un cabello rubio y ondulado, además, de un par de ojos oscuros que brillaban como si tuviera vida.
ㅡMikeyㅡ leyó Miko, la pequeña firma en una esquina, acompañada con el apellido de su abuelo ㅡOh, se llama Mikey, que bonito.
En ese momento su padre llegó nuevamente a la sala, se veía abatido y solo alcanzó a esconder su rostro entre sus manos, Miko dejó el retrato descubierto y se bajó con cuidado para ir con el pelinegro. Mako recibió en sus brazos a la pequeña.
ㅡ¿Qué pasó papi? ¿El abuelito Take ya podrá regresar a su casa?
Mako se enderezó para peinar los cabellos de su hija, con su mirada triste le dio una sonrisa y entonces negó, solo para abrazar a la niña que había comenzado a sollozar ㅡ. Está bien Miko, ahora el abuelito podrá hacerle juguetes a los ángeles y también pintará muchas nubes para ti.
Después de varios minutos le dijo a su hija que le prepararía un poco de leche, en lo que ella se quedaba en el sillón con la caja de música emitiendo su dulce canción, que ahora sabía su abuelo había compuesto. De repente, un llanto muy bajito se escuchó, opacado por la melodía decidió cerrar la caja y por un momento creyó que se trataba de su padre, mas el pelinegro estaba en la cocina preparándose un café, el llanto comenzó a oírse más alto.
Se bajó del sillón para darse cuenta que provenía de la habitación de su abuelo, la que se mantenía con llave, con pasos lentos y silenciosos se acercó para poner su oreja, ahí escuchó el llanto más fuerte. Era tan desgarrador que atravesó su inocente corazón, las lágrimas se acumularon en sus ojos y tuvo curiosidad, mucha curiosidad por saber quién o qué había dentro, podía ver una luz debajo y como una sombra parecía pasar de un lado a otro.
Lamentos, gemidos, llanto y más lamentos era lo que escuchaba, se puso de rodillas y se inclinó para intentar ver debajo de la puerta, al llegar a esa diminuta apertura sus ojos chocaron con uno de cristal, de color oscuro brillante que estaban rojos. Miko gritó asustada.
ㅡ¡Miko!
ㅡ¡Papi, hay alguien ahí dentro!
El pelinegro la vio incrédulo porque eso era imposible, pero el estado de su hija y el miedo que presentaba lo hizo dudar, fue por las llaves y abrió la puerta, encontrándose con una cama perfectamente tendida, pinturas en las paredes y una que otra figura, incluso fotos. No había nadie, no había posibilidad de entrar por la ventana porque tenía barrotes y estaba asegurada con un candado.
ㅡNo hay nadie Miko.
ㅡNo, no, yo escuché un llanto muy feo y también vi a alguien.
Creyendo que la noticia del fallecimiento de su abuelo estaba afectando a su hija la atrajo en un abrazo, para besar su frente ㅡ. Está bien cariño, no hay nadie, debes estar cansada. Será mejor irnos a casa y después vendremos por las cosas del abuelito.
ㅡPero papi...
Mako la colocó frente a él, dándole la espalda a la puerta que seguía semi abierta y estando a punto de cerrar, aún en ese corto tiempo Miko vio a un hombre parado en medio de la habitación, llevaba una camisa blanca, pantalones cortos negros, su cabello rubio ondulado y sus ojos, delataban su emoción porque a sus pies, frente a él tenía a un segundo hombre que se parecía mucho a su padre.
Pero no se trataba de su padre, era su abuelo, Hanagaki Takemichi.
El hombre tenía una mano puesta en su hombro, mientras que la otra la alzaba con su mano haciendo un signo de silencio acompañado de una sonrisa siniestra. Y su abuelo parecía llorar, una tristeza que comenzaba con una sonrisa en sus delgados labios.
Tal imagen desapareció cuando Mako cerró la puerta con llave.
ㅡPapi, creo que el abuelito no pintará nubes para mí.
ㅡ¿Por qué dices eso cariño?
ㅡPorque Mikey se lo llevó.
Fin.
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𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍 𝖽𝗈𝗅𝗅 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶
FanfictionLa mente de Hanagaki Takemichi un carpintero y artista es una máquina que imagina, piensa, idea y crea. Su maravillosa habilidad será puesta a prueba al querer crear su más grande "experimento" adaptación | autor original @mxrcx-ly.