Capítulo 4: Besos

193 16 0
                                    

Yukhei no me molestó en los siguientes días

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yukhei no me molestó en los siguientes días.

No pude asistir al trabajo todos los días porque sino mis compañeros de la escuela iban a darse cuenta. Así que le pedí a Leandre me cubriera tres días. Las marcas estaban casi desvanecidas, así que iba a presentarme el viernes para terminar algunos proyectos.

Hoy es jueves, sigo en la cama, pensando. Yo nunca he sido un chico muy extrovertido, pero estar tirado en la cama no es mi actividad favorita. Al menos no por tanto tiempo.

La puerta es tocada con insistencia, me levanto sin ganas y abro. Yukhei está justo frente a mí, con un montón de libros, frunzo el ceño. Son las doce de la mañana, Yukhei no debería de estar aquí, primero porque alguien lo podría ver y segundo, porque no tiene nada qué hacer aquí.

–¿Qué pasó? –digo, él me hace a un lado mientras me entrega los libros.

–Te traje la tarea. –murmura, pasando a mi casa. Mi ceño sigue fruncido.

–¿Gracias? –digo, cerrando la puerta. –No estás en clases.

–No, acabé las tres primeras y me dejaron el día libre. –levanta los hombros. –Creí que quizá podrías ir adelantando. Digo, eh... Es mi culpa que no estés en clases.

OK.

Está muy raro.

Yukhei nunca ha sido un chico normal. Es decir, era el típico popular, con buenas calificaciones pero por otras razones, no por estudiar, buen deportista y un chico muy atractivo. Es decir, Yukhei era raro, era grosero, sobretodo conmigo y de un día al otro se porta amable. Si eso no es raro entonces no sé qué es.

–Creo que Minho iba a traerlas en la noche. –digo, lo veo acercarse, sus manos se ponen en mi suéter y lo levanta justo como lo hizo el lunes.

–Ya casi no están. –susurra, me dedico a no mirarlo. –¿Puedes decirle a Minho que no venga hoy?

–¿Por qué? –frunzo el ceño, sus manos no me han soltado.

–¿Para qué crees, Jungwoo? –me dice, yo lo miro con atención. –Bueno, si ya me perdonaste. Y si quieres. –levanto las cejas.

Nunca me había preguntado.

Usualmente solía decirme que iba a venir y si yo le confirmaba entonces venía. Pero nunca, jamás había venido sin llamarme. Y mucho menos me había preguntado si yo estaba a gusto con estar con él.

–Eh... S-sí, sí. –murmuro, él asiente, levantando por completo mi suéter. Las marcas apenas y se veían, ya estaban muy difusas. Seguramente mañana sólo yo vería la sombra. –¿Ahora?

–¿Quieres? –levanto las cejas. Creo que me di un golpe en la cabeza y estoy sedado y dormido en algún hospital luego de una operación en el lóbulo temporal. La realidad está difusa.

Cigarettes after sex 「Luwoo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora