Capítulo 2

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Una semana más tarde, Savannah y yo regresamos a Murphy's con una estrategia distinta. Para empezar, esta vez le he dedicado algo más de empeño a mi aspecto. Pelo suelto, maquillaje sutil y una falda vaquera para sacarle partido a la esbeltez de mis piernas. En la parte de arriba, llevo una sencilla camiseta blanca de algodón que me ha prestado Savannah, porque tiene una almeja dibujada y la palabra HELLO escrita encima. Según ella el mensaje subliminal de la prenda es infalible.

Nos abrimos paso a codazos por el abarrotado pub, hasta alcanzar la barra. Estoy sorprendentemente tranquila, en parte porque he tenido una semana para mentalizarme, y en parte porque el nuevo plan es mucho más pasivo que el anterior. Solo tengo que hacerme notar y esperar a que Ritz de el primer paso, algo que concuerda mejor con mi personalidad y mi modus operandi a la hora de ligar. No es que yo tenga un modus operandi para ligar... pero si lo tuviera sería ese: Exhibir mi plumaje cual pavo real y dejar que el otro sexo haga todo el trabajo.

Savannah pide dos cervezas, demostrando que está perdiendo glamur a cada minuto que pasamos en Murphy's, después se aúpa en un taburete para otear el personal en busca de mi objetivo.

―No está ―se lamenta al bajarse, haciendo un puchero.

Contengo la risa ante su decepción, para mí es como si me hubieran quitado un peso de encima. De pronto vuelvo a respirar con normalidad y no como si una pantera estuviera a punto de atacarme.

No sé si es porque soy introvertida o porque me traumatizó ver a la policía irrumpir en mi casa una madrugada para llevarse a mi padre, pero hay gente con la que me cuesta ser yo misma. Por ejemplo, figuras autoritarias o ciertas personalidades ante las que me achico y me quedo sin elocuencia. Es algo que no puedo evitar y por desgracia para mi misión, Ken Ritz es bastante intimidatorio. Esa es la razón por la que una parte de mi está aliviada con su ausencia.

―Me recuerdas a esa actriz... ―dice un muchacho de rizos rojizos y gafas de pasta negra, chasqueando los dedos frente al rostro de Savannah. Sonrío ante su error garrafal. Savannah odia que la confundan con su madre y es la peor forma de flirtear con ella.

Como es de esperar, se da la vuelta hacia la barra para darle la espalda a su admirador, quien parpadea decepcionado ante la repentina visión de la nuca rizada.

Me apiado de él, no sé si porque parece buen chico o porque es la clase de hombre con la que me siento suelta. Cosa que últimamente apreció más que nunca.

―Te voy a dar un consejo para la próxima vez: a las chicas nos gusta sentirnos especiales y no que nos comparen con otra. ―Le doy dos palmaditas en la mejilla y me giro hacia la barra para colocarme junto a mi amiga. Nos sonreímos, pero se me borra la sonrisa cuando una mano grande y bronceada, con un anillo de plata en el dedo corazón, estampa un billete de cinco dólares en la superficie húmeda y pegajosa de la barra.

Contemplo el dinero como si fuera un escarabajo que se ha materializado frente a mí, y un instante después, Ritz apoya el codo a mi lado. Sus ojos azules no permanecen sobre mí, sino que se pasean por la multitud con tranquilidad.

―Ambos sabemos que ese dinero no es mío ―dice.

―Ah, ¿no? ―titubeo, completamente enajenada. Se suponía que iba a ser seductora. También se suponía que no iba ni a acordarse de mi cara, ni mucho menos de lo ocurrido―. Lo siento, pensé que sí.

Savannah me da un codazo y por la expresión de su rostro se está preguntado si de pronto me han hecho una lobotomía.

Ritz se separa de la barra, logrando que su estatura resulte aún más imponente. Esta noche lleva el pelo suelto y una camiseta de algodón verde militar con cuatro botones entre los pectorales, que bien podría ser la parte de arriba de un pijama, pero que en un hombre como él toma otro cariz. Me ocurre lo mismo que la primera noche: dejo de reaccionar de forma normal, para fijarme en cosas como que lleva las mangas remangadas hasta los codos y que el vello de sus antebrazos es más claro que el de su cabeza.

Robar un corazón por Be CardiganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora