"Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron"
Juan 1:9-11
Hace miles de años, alguien predijo que esto sucedería. Se habló de un ser de cabello blanco que caía del Cielo. Esto ocurriría en el apocalipsis, el comienzo del final.
O el final del comienzo.
Belcebú no paraba de retorcerse en su cama en Gula. Podía sentir el viento golpear su cuerpo como si fuese él quien estaba cayendo. Tenía algo en la espalda. Algo pesado.
Esta no era su Caída.
Intentaba mirar el Cielo, pero no se veía como el Cielo que él conoció. Era caótico. Había gritos, alas agitándose deprisa, sin cantos de querubines y la luz blanca e incómoda tornándose un tono más naranja.
Alguien se asomaba desde el borde y veía caer a este ser de cabello blanco.
Por su rostro, no parecía feliz de tener que haber llegado a tal extremo.
Belcebú se levantó de pronto, con un fuerte dolor de cabeza. Ahogó un grito y se sujetó ambos lados del cráneo. Podía sentir pulsaciones con cada trompeta del apocalipsis.
Ojalá fuesen sólo siete como predecían la mayoría de los escritos.
Eran siete cada hora.
Esto estaba afectando a quienes habitaban en el infierno, en especial a sus gobernantes y a quien tuviese suficiente energía de su parte.
Leviatán prácticamente clausuró Envidia, no porque elle no pudiese soportar el dolor, sino porque su humano también lo estaba padeciendo. Ni siquiera los demonios mensajeros que viajaban entre infiernos tenían ganas de acercarse con Leviatán de tan mal humor.
Otros tenían más suerte. Yakarí apenas había regresado, Job no se quedaba allí. Jordi y Reese no estaban demonizados al mismo punto que Van Hai. Después de los primeros días, fueron capaces de oírlas, pero no los torturaba el ruido.
Rommel sí que las percibía y se incomodaba también, sólo que con lo tranquilo que era, resultaba difícil incluso para Hammón percatarse de si estaba sufriendo. No lo creían.
Y no era sólo un sonido que les atormentaba y un dolor de cabeza similar al de recibir varios golpes. Si había un gobernante en el infierno que no tuviese razones para sufrir pesadillas, tras los primeros días, también las tenían.
Por lo que sabía, sólo la última vez que se durmió, Asmodeo soñó que el Templo de Jerusalén resurgía durante el fin del mundo y se despertó tan asustado que se metió a Soberbia buscando a Lucifer y se dejó abrazar durante un rato por un preocupado Reese. Belfegor tiró a Jordi de la cama durante una pesadilla en que las bestias estaban de regreso en la Tierra, buscándolo y fuera de control, alejadas por completo de su actitud pacífica actual. Se sentía tan culpable cuando despertó y notó que Jordi tenía un moretón por la caída contra la pared opuesta del cuarto que se retiró a Gula durante un tiempo, confiando en que su gemelo no iba a salir dañado si volvía a suceder.
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Gula (Pecados #7)
ParanormalEs el fin del mundo. O donde una familia de dioses tiene una disputa que causa el apocalipsis en la Tierra.