Hechos 4:12

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"En ningún otro hay salvación, porque no se ha dado a la humanidad ningún otro nombre bajo el cielo mediante el cual podamos alcanzar la salvación"

Hechos 4:12

—Todavía no entiendo cómo eres capaz de comer el mismo día en que te cortaron la garganta

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—Todavía no entiendo cómo eres capaz de comer el mismo día en que te cortaron la garganta.

Belcebú masticó más despacio y se giró, a punto de contestarle con un gesto, pero se quedó sin palabras al ver a Gaela.

Incluso se le olvidó que estaba comiendo y eso ya era decir bastante viniendo de él.

—¡Te queda bien! —Una bruja humana le ofreció un trozo de pan a Gaela, sonriendo—. ¿Cómo te sientes usándola?

Gaela movió la cabeza en un gesto que no era afirmativo ni negativo.

—Me gusta, claro, es...no quiero dejar de usar faldas —Arrugó un poco la nariz al pensarlo—, sólo estoy...pensando en que la gente no debe leerme como hombre vestido así.

—Bueno, si eso pasa es porque la gente es tonta y no por tu ropa —señaló ella, muy convencida. Chasqueó los dedos para llamar a Belcebú—. ¿Verdad que sí, mi Señor?

Belcebú no le contestó ni dejó de ver a Gaela y la bruja lo tomó como una respuesta por sí misma, apuntando hacia él y diciéndole "hasta el Señor sabe que es así".

Gaela sólo se rio y le dio una mordida al pan que tenía un símbolo de brujería dibujado en la parte superior.

Era sábado, y como de costumbre, Belcebú se presentaba en un coven. Una reunión de brujas. Le gustaba visitar a diferentes grupos tres veces a la semana, pero los sábados eran sus días favoritos y este el grupo que más le gustaba. Sin importar si era un grupo mixto o sólo de mujeres, en qué país estaban, qué color de piel tenían o qué idioma hablaban, en esas reuniones siempre había comida para él.

Belcebú les quería mucho por esto. Así fue cómo se convirtió en el demonio favorito de las brujas. Un grupo empezó a prepararle mesas con comida miles de años atrás y él estaba tan feliz comiendo y sintiéndose agasajado que respondía preguntas y a veces incluso hacía tratos.

El rumor de que podían atraer a una gran entidad demoníaca con comida no tardó en extenderse y pronto hubo montones de grupos en el mundo que lo intentaban y comprobaban que era así. Luego la historia siguió creciendo y la adornaron con muchas acciones extrañas, cuestionables y hasta sádicas que no tenían nada que ver con las reuniones a las que iba ni lo que Belcebú hacía.

Él realmente sólo comía y se hacía su amigo. Ni siquiera aceptaba tratos que supusiesen un daño a una tercera parte o con malas intenciones. Las brujas malas no eran su culpa ni su creación.

Claro, a lo largo de los años hubo algunas brujas que quisieron matarlo para quedarse con sus poderes o encarcelarlo de algún modo para usarlos, pero en general, eran bastante dulces y cocinaban muy bien, así que Belcebú seguía apareciéndose.

Gula (Pecados #7) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora