Apocalipsis 12:1

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"Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas"

Apocalipsis 12:1

Era la tercera vez que oía a Hammón decir que no entendía cómo lograban tomar siestas durante el fin del mundo

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Era la tercera vez que oía a Hammón decir que no entendía cómo lograban tomar siestas durante el fin del mundo.

Mammón, Belfegor y Belcebú, que eran los que disfrutaban durmiendo, se observaron entre sí. No tenían una respuesta para eso. Sólo cerraban los ojos y dormían. Tampoco era tan complicado, lo fastidioso eran las trompetas y sus visiones.

Hammón meneó la cabeza y Lucifer les pidió que se concentraran.

—Es casi imposible que demos con Muerte y Polución ahora que empezaron a dispersarse de este modo —indicó Lucifer—, podrían estar en cualquier parte del mundo, con cualquier ser humano enfermo, y pasar de un lado al otro en un instante gracias a esto. También es el momento perfecto para que se escondan entre tantas enfermedades. Ni siquiera sabríamos si esto lo han provocado de forma intencional o sólo ha empeorado por su presencia ahora que Polución despertó.

Una a una, las miradas se dirigían al ser de cabello blanco en uno de los asientos, a medida que oían el análisis de Lucifer sobre la situación. Era bastante obvio que este tipo de conflictos debían ser solucionados desde otro nivel.

Dios se removió un poco en su asiento.

—En el apocalipsis, se predijo la intervención de...una mujer. La Mujer —señaló, bajando la voz tanto que era difícil imaginar que se trataba del mismo tirano del Cielo.

—Con lo que sabemos ahora, algo me dice que "La Mujer" es con la que te has estado acostando —comentó Asmodeo.

Dios respiró profundo e intentó mantener la compostura.

—No hables así de ella —Fue lo único que le dijo—. No con ese tono, ni esas intenciones.

Asmodeo sólo rodó los ojos.

—¿Ella podría ayudarnos? —Belfegor intentó mantenerlos enfocados.

El Padre movió la cabeza en un gesto que no era negativo ni afirmativo.

—Ella también es la diosa de la vida para una cultura, entre otras cosas. Podría detectar a Muerte sin problemas.

—Así que sí puede ayudar...

—Bueno, no estoy seguro de que quiera ayudar —alegó Dios, sin verles.

—Tal vez si te disculpas...—sugirió Hammón.

—Yo no tengo nada por lo que disculparme —Dios le respondió de inmediato, haciendo que hubiese bufidos, ojos que se rodaban y sacudidas de cabezas a lo largo de la mesa.

—¿Hay alguna forma de que podamos encontrarla? —Lucifer volvió a encausar la conversación en la dirección correcta.

—Pueden entrar a su pequeño mundo, pero yo tendría que ir. Sólo quienes están en la categoría de dioses pueden acceder a ese plano —explicó Dios.

Gula (Pecados #7) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora