Capítulo 2: Lo perdí

92 10 27
                                    

—Déjame ver si lo entendí. —El rubio con acento extranjero elevó una ceja, escéptico, mientras le curaba la herida en la cabeza—. La razón por la que apareciste en mi restaurante, todo ensangrentado, como si hubieses escapado de un episodio de "Walking Death¹", es porque una mujer en el parque te golpeó con una piedra que pateó al azar. ¿Acaso esa es una nueva técnica para ligar que no conozco?

—¿Técnica para ligar? —. El oji-azul ladeó la cabeza pensando en la chica de brillantes ojos ámbar, como el sol, pero con el cabello oscuro, como una noche sin estrellas.

«¿Ella se habrá quedado buscando ese anillo realmente? —Recordando lo decidida que se veía, era probable que así fuera—. Qué mujer más extraña, ¿quién se esforzaría tanto por un extraño que además se ve sospechoso? Hasta Lucca quiso echarme de su restaurante cuando vio mi aspecto, es más, ni siquiera llevaba su celular. ¿Qué haría si tuviera una emergencia o estuviera en peligro? ¿Golpearlos con una piedra?», pensó divertido.

—¡Oh, Dio mio²! ¿Qué tan fuerte te golpearon para que rías solo? ¿Seguro que no necesitas visitar un hospital? Quizás tengas secuelas, ¿qué haremos si quedas más estúpido?

—Deja decir tonterías, Lucca, o el que quedará estúpido serás tú —amenazó dándole un puntapié.

—Ma quanto violento³! —se alejó haciendo un puchero—. Solo digo la verdad. ¿Sabes el susto que me diste? Casi me das un infarto y ahora te ríes como un tonto, ¿qué quieres que piense?

El oji-azul rodó los ojos ante lo exagerado que era.—La próxima vez que necesite un lugar para huir, recuérdame no venir contigo.

—¿Huir? —Lucca estrecho, sus ojos olivas con sospecha—. ¿Qué sucedió?

—... ¿Qué iba a suceder? —eludió sacando su celular para revisarlo, aunque sabía que no había nada ahí.

—¡No te hagas el loco! —le quito el celular escondiéndolo tras de sí—. Acabas de decir "huir", así que dime, ¿qué es lo que no me estás contando, Xavier?

Apretó los labios sin querer hablar, pero, por la decisiva mirada de su amigo, sabía que era inútil, así que solo pudo suspirar. —Me encontré con Amaru... —Confeso a regañadientes.

El semblante del rubio se endureció al escuchar el nombre de su exnovia. —Per favore⁴, dime que no has hecho ninguna estupidez.

—Yo no la busqué, ¿de acuerdo? —se defendió ofendido de su falta de confianza.

Ya era un hombre de veintisiete años, pero sus amigos lo seguían tratando como un adolescente hormonal que necesitaba supervisión, ¡incluso su hermano menor era así! Sin embargo, no podía negar que bien merecido se lo tenía, ahora mismo se había vuelto adicto al trabajo solo para no revisar constantemente su celular esperando un mensaje que sabía que no iba a llegar...

—¿Quieres que crea que esa mujer volvió de un viaje con su prometido solo para buscarte? —cuestionó con incredulidad.

—Aunque no me creas, eso fue lo que pasó —insistió indefenso de ser culpado injustamente—. Sabes perfectamente que desde que me diste el libro de Dalia dejó de importarme lo que esa mujer hiciera con su vida.

—Quisiera no saber, aún me acusan por tu obsesión con esa escritora —se quejó el rubio negando con la cabeza—. No me sorprendería que la buscaras para proponerle matrimonio con ese anillo que llevas a todos lados, realmente eres como esas locas que andan con el vestido en la cartera.

—No lo haré.

—Por supuesto que no, porque no puedes, ni siquiera sabes su verdadero nombre, cómo es o dónde vive.

Golpe de amor ~Entre hojas que caen, una historia surgióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora