Añoranza

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Adoraba los días de lluvia, precisamente aquellos donde el frío entrelazado a la brisa se colaban por un ventanal ajeno. Ver las gotas aglomerandose en charcos que luego irrumpirian mi caminar de regreso a casa era tan molesto como delicioso al tacto de mis ojos.El día perecía y con él las gotas caídas sobre los barrotes oxidados. El frío cada vez se volvía más intenso, así como el disturbio de la tierra al romperse en filas para dar paso a la reciente lluvia de septiembre. Y así como sucedían las plantas ahogadas en lágrimas, mi ánimo y días carecían, cuan mes que yacía en un año que pronto terminaría; lo peor sería que perdimos 9 meses recordando viejos días. Rememorando a cada instante cada estúpido paso que nos retuvo en este, el tan esperado presente, consolidando un arcaico septiembre y comenzando un predecible noviembre.

Pétalos BlancosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora