El único

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Si soy honesta esperaba escribir esta historia rápido, cuando llevaba diez hojas me di cuenta de que había metido la pata :'v

Espero que lo disfruten ya que están por aquí.

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"No puedes casarte con él. Son de distintas clases. Entra en razón, hijo mío. ¡A dónde te lleve te devorarán vivo!"

"Es un hombre mucho mayor que tú, ¡Jamás aceptaremos su matrimonio!"

"¡Es que yo lo amo! ¡No hay nadie para mí más que Hannibal Lecter!"

Aquellos gritos y disputas eran lastimeros, ásperos, serios y repugnantes. Las discusiones con sus padres aún resonaban en los recuerdos de su atribulada mente. Se masajeaba las sienes y el puente de la nariz. Habiéndose quitado las gafas su vista era borrosa, sin embargo no había nada digno de ser admirado por la ventana del carro de tiro que lo conducía por un viejo camino en una arboleda rústica y lejana. Su destino era la finca Graham.

Su corazón estaba acongojado. Por un lado latía la esperanza de que el hombre que amaba volviera a su lado algún día; por el otro, había un incesante miedo desangrándolo gota a gota de que si volvía lo despreciara por ser ya una manzana mordida múltiples veces por otras bocas que no fueran la suya.

William Graham, de los Graham del sur, aún recordaba cuando se conocieron.

Su familia se había mudado cuando era niño a la fría Nueva Inglaterra, creció siendo un chico delgado, pequeño y hasta frágil, con los rizos negros de su padre y los grandes ojos cerúleos de su madre hundidos en su cetrina tez. De grande no había destacado en estatura aunque ganó algo de carne dejando atrás la preocupante delgadez de su infancia. La adolescencia le regaló armonía a sus rasgos y masculinidad. De adulto su inteligencia lo llevó a trabajar como investigador criminal en Maryland -un detective en el más estricto sentido de la palabra, a quien se le auguraba un futuro brillante trabajando para la policía bajo órdenes del Comisionado Jack Crawford pues según él William Graham era el mejor de sus hombres.

Will tenía una capacidad poco común para el resto de la gente cuando se trataba de resolver crímenes: empatía. Era algo casi sobrenatural aunque podía explicarlo y racionalizarlo a través de la ciencia. Una lástima que para el grueso de la población la charla científica no fuera su mayor interés sino el ocultismo, sociales o la ficción. Y así como podía atrapar a los más perversos criminales el espejo de su mente también solía reflejar la superficialidad de quien se parara frente a él, motivo por el cual trataba de evitar a las personas, incluso el contacto visual.

Si bien Will Graham era un excelente detective casi todos lo podrían clasificar cómo un ser humano defectuoso. Le auguraban éxito como oficial, no obstante fracaso social. No tendría mujer ni formaría una familia aun cuando fue bastante público el afecto que le tenía a la Dra. Alana Bloom, una de las pocas mujeres egresadas de la universidad que ejercía su carrera: medicina. Aunque nadie imaginó que fuera a caer tan bajo...

El inicio de su declive ocurrió a principios de año, todavía en invierno. Ocurrió algo horripilante en la localidad más lejana de los suburbios, un homicidio múltiple de toda una familia y un mes después otra. Will había logrado atrapar al asesino, sin embargo para la gente cercana a él era más que obvio que había quedado afectado por lo que había visto. Solo Dios sabría lo que pudo leer en aquellas sangrientas escenas.

Después, cuando empezó la temporada social, apareció un individuo que lo cambió todo, un extranjero elegante y misterioso inclinado a la extravaganza en la justa medida, nobleza europea, aire seductor y formal. Alguien tan maravilloso y culto que nadie podía evitar caer en su embrujo como polillas a la luz.

La ausencia y la esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora