D̶O̶S̶

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El viernes, Minseok despertó temprano, sintiéndose cansado. Le había costado mucho conciliar el sueño la noche anterior y cuando por fin lo había logrado se la había pasado sumergido en sueños inquietantes relacionados con sus vecinos.

Asistió a la escuela y se esforzó por continuar su vida con normalidad. No planeaba volver a acercarse a la casa de al lado e intentó ignorar su presencia.

Y, como debió suponer que sucedería, sus planes se vinieron abajo demasiado pronto.

El mismo viernes por la noche, mientras se disponía a dormir, un ruido en el jardín fuera de su ventana lo puso en alerta. Definitivamente él no iba a salir para encontrarse con lo que fuera que estuviera ahí, así que intentó ignorarlo, hasta que algo —posiblemente el mismo algo que había removido la maleza del jardín— golpeó su ventana.

Joder. Esperaba que no fuera una serpiente o algo peor. Miró la hora en su móvil; ya pasaba de la media noche. Seguramente su madre y su abuela estaban dormidas.

Ese algo golpeó sobre el cristal una vez más y a Minseok no le quedó más remedio que levantarse para ver de qué se trataba. Encendió la luz, con la esperanza de espantar a cualquier animal y cuando corrió las cortinas se encontró con unos ojos que lo miraban desde el otro lado del cristal.

Ahogó una exclamación. Retrocedió asustado, tropezó con uno de sus zapatos y acabó con el trasero en el suelo. Al comprender de quién se trataba, se levantó rápidamente y abrió la ventana con manos temblorosas.

—Hola —el nieto de la señora Chen lo saludó con un intento de amistosa sonrisa que realmente daba miedo, ya que al hacerlo, un par de colmillos extra sobresalían de su dentadura.

—¿Qué haces aquí? —Minseok preguntó entre susurros, esperando que el ruido no hubiera despertado a su madre o a su abuela.

A ver cómo les explicaba la presencia de ese extraño ser fuera de su ventana.

—¿Tienes más de ese remedio de hierbas que le llevaste a la abuela? —el chico preguntó esperanzado, ofreciéndole el mismo recipiente en el que Minseok le había llevado el mejunje antes.

Minseok asintió. Su abuela había sugerido un par de veces que le llevara un poco más a la señora Chen. En aquellas ocasiones, claro está, Minseok había logrado escabullirse de la tarea aferrándose a tontas excusas.

—Sí, hay un poco en la cocina —tomó el recipiente y observó a su vecino por un segundo más de lo necesario—. Regresa adentro, alguien podría verte. Yo lo llevaré, deja la puerta abierta.

El chico asintió y en un instante se había perdido entre las sombras y malezas del jardín.

Minseok soltó un suspiro y cerró la ventana. ¿Por qué carajos se había ofrecido a llevarle el cochino remedio él mismo a esa hora de la noche? Se preguntó si debía tomar un crucifijo y agua bendita del armario de la abuela, solo por si acaso.

Se vistió y fue a la cocina. Llenó el recipiente de nuevo, esperando que su abuela o su madre no despertaran y lo pillaran, y salió de casa haciendo el menor ruido posible. Inspiró profundamente y caminó con prisas hacia la casa de la señora Chen. El jardín estaba más oscuro que nunca y Minseok hizo un enorme esfuerzo por alejar los malos pensamientos. Avanzó a grandes zancadas hasta la puerta que se encontraba medio abierta y entró a la casa. Todo estaba en silencio y a oscuras y el temor empezó a invadirlo. 

¿Qué hacía inmiscuyéndose en esa horrible casa a tan altas horas de la noche?

—Oye...

—¡Mierda, no te aparezcas así! —Minseok exclamó pegando un salto. El nieto de la señora Chen estaba justo a su lado y ni siquiera lo había sentido llegar.

HIDDEN [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora