C̶U̶A̶T̶R̶O̶

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—Ven conmigo.

Minseok le pidió al oído. No habían podido descifrar mucho de los documentos que habían encontrado, pero Minseok tenía la corazonada de que su deber era alejar a Jongdae de su abuela.

—¿A la capital? —Jongdae preguntó, girándose para mirarlo como si se hubiera vuelto loco.

Minseok asintió con total seriedad

—La abuela no lo permitirá —Jongdae murmuró.

—No vamos a pedir su permiso, hay que marcharnos sin que ella se entere.

—¿Y si te quedas tú? —Jongdae pidió con temor.

—En este lugar estamos condenados los dos —Minseok respondió con amargura.

Jongdae lo miró con temor y se tomó unos minutos para pensarlo, tantos, que Minseok creyó que su respuesta sería un no definitivo.

—¿Prometes que, aunque algo malo suceda, no vas a abandonarme?

Minseok le tomó el rostro y lo miró a los ojos.

—Lo prometo —respondió sin dudar.

Jongdae miró los ojos de Minseok, que eran de un color marrón tan hermoso como el chocolate, y no dudó más.

—De acuerdo, iré contigo.

Minseok sonrió, aliviado y preocupado en partes iguales, y lo atrapó en un abrazo.

Aún les quedaban algunos meses para planearlo bien y entonces, Jongdae podría ser libre de ese lugar.


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Según el plan que se habían trazado, se marcharían un mes después de la graduación de Minseok. Con el paso de los días agregaban y desechaban pasos necesarios para su escape. Minseok tenía una lista sobre los centros médicos que trataban malformaciones en la ciudad. Hablaría con todas las personas necesarias y estaba seguro de que alguien podría hacer algo. Respiró profundamente, infundiéndose valor y tomó los chocolates favoritos de Jongdae del estante.

—¿Chocolates otra vez? —su madre preguntó con las cejas alzadas cuando los puso sobre el mostrador—. Vas a llenarte de barros.

Minseok sonrió, sintiendo la tentación de hablarle sobre Jongdae, pero se contuvo, habían acordado esperar hasta que acabara el año escolar.

—Te veo en la noche.

—Vuelve temprano para cenar juntos.

Minseok asintió y se despidió con un gesto de su mano. Avanzó por las calles casi a trote, quería abrazar a Jongdae y ver su gesto de emoción cuando le diera los chocolates. Después de que los devorara en un segundo, podrían compartir un beso que durara hasta la hora de la cena.

Sin embargo, sus planes se desbarataron cuando notó la patrulla de policía estacionada fuera de la casa de los Chen.


🧪🧪🧪


Aún faltaban algunas semanas, pero Jongdae estaba listo. Había juntado una parte de sus pertenencias y las había metido en una maleta que planeaba ocultar en el ático.

En parte se sentía culpable por abandonar a su abuela, pero temía que de no hacerlo, nunca más tendría una oportunidad de vivir fuera de esa casa.

Movió unas cajas apiladas en un rincón, con la intención de ocultar su maleta detrás de ellas, y un libro que había estado escondido entre la pared y una caja llena de cosas viejas cayó al piso.

HIDDEN [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora