El alfa llegó a una casa un tanto descuidada y vieja.
Era de dos pisos y tenía el jardín delantero seco que el pasto estaba amarillento por la falta de atención.
El número veintiocho se erguía sobre el umbral del metal oxidado y el buzón tenía escrita la palabra Park en pintura cuarteada.
Se sintió como en unos de los libros de Sherlock Holmes, a punto de descubrir el secreto más grande de la historia. Pero no, solamente se trataba de un alfa reprimido y muy misterioso con una ligera obsesión por él.
Ya no estaba ahí para advertirle sobre el riesgo a perder el trabajo en el despacho, sino a recibir una razonable e íntegra explicación a los garabatos en la libreta y a las fotografías un tanto perturbadoras. Si alguien estaba lastimando o atormentado a Jimin, lo ayudaría a pesar de todo.
Abrió la cerca y pisó las piedras que condición el camino hacia la entrada. Subió los escalones del pórtico y llegó a la puerta de madera. Tocó y era como si la casa estuviera vacía.
– ¿Jimin? Soy yo, Jungkook. Quiero hablar contigo. – habló en voz alta, más no gritó.
Volvió a tocar y se deslizó a la izquierda para ver por la ventana. Estaba tan sucia que limpió un mediano círculo para mirar hacia dentro. Estaba a oscuras, sin embargo, lograba verse una línea de luz debajo de una puerta al fondo.
–¡Jimin!– estrelló ahora su puño para que le abriera, el portal de madera era tan viejo que las bisagras comenzaron a alojarse. Se detuvo y forzó la cerradura moviéndola de un lado a otro. Un empujón con hombro bastó para que la puerta se abriera.
Se vio envuelto en polvo y oscuridad.
Un juego de sofás viejos y un televisor se hallaban en la sala de estar. Caminó no muy seguro de invadir la propiedad del alfa pero aún así se arriesgó y cerró la puerta tras de sí.
El terrible descuido y la sociedad de la casa le hacían estornudar. Todo parecía tan turbio que lo único que lo guiaba era la luz debajo del filo de la puerta al fondo. Miraba todo a su alrededor dando pasos lentos imaginándose si Jimin de verdad vivía ahí.
Tal vez dio la dirección equivocada
No podía ser, pues había visto su apellido en el buzón.
–¿Jimin? – preguntó una vez más mientras apretaba las llaves dentro de su mano. Estaba muy nervioso, algo le daba mal espina.
Entonces, cuando parecía que no había ningún alma en la casa, se escuchó una voz suave y asustada. Temblorosa, que logró percibir.
–¿Hay alguien ahí?
Detrás de la puerta se vislumbraron unos pasos que cortaban el paso de la luz.
–¡¿Jimin?!
Pegó su cuerpo a la superficie de la puerta tratando de escuchar y saber que no estaba alucinando. Bruscos y desesperados golpes se hicieron presentes sobre la sólida superficie.
–Saqueme de aquí, por favor. ¡Se lo ruego!
La persona al otro lado comenzó a llorar. Su súplica se escuchaba llena de terror y miedo, como si está fuera una oportunidad única, una salvación.
–¿Jimin? – repitió con su corazón martilleando contra su pecho.
–Soy yo, por favor saqueme de aquí antes de que él llegue. –la voz se escuchó rota y distorsionada. Y a pesar de que Jungkook estaba perdiendo la cabeza por todo lo que estaba sucediendo, juraría que la voz del alfa se escuchaba más aguda. Giró la perilla de la puerta pero obviamente estaba cerrada.
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Omega • Kookmin
Short Story- Si tan sólo yo fuera un omega, Jungkook... Pensó que era un lamento, pero por la violencia detrás de los actos de Jimin, sabía que había algo más profundo en todo esto. Un resentimiento tóxico y obsesivo. Una advertencia.