II

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Margaritas rosas.

Las margaritas son el símbolo de la pureza, la inocencia y la amistad incondicional. Las de color rosa son para un amor tímido e inocente.

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Al día siguiente, Luzu y Willy volvieron a ir a la estación del tren para tener una emotiva despedida. 

El castaño estaba feliz y realmente agradecido con él por dejarle aquella casa, principalmente porque ese sería su comienzo a una vida diferente, según esperaba. 

Ambos estrecharon sus manos y aquel jóven de pelo blanco subió al vagón del tren con su maleta. Mientras Luzu agitaba su mano, despidiéndose de Willy, quién lo miraba a través de la ventana.

En cuanto el tren avanzó, Luzu comenzaba a imaginarse todas las cosas que haría y en sucesos que le podrían pasar en sus próximos largos días en su nueva ciudad. 

Aunque en esos planes, definitivamente no tenía previsto el amor... 

Mientras salía de la estación, divisó en la esquina al mismo jóven carismático que le había atrapado desde el inicio. 

Para llamar su atención se acercó a sus flores y tomó un ramo de claveles rojos. 

Miró con detalle sus pétalos, notando como estaban cuidadas con suma delicadeza. 

-¿Esta vez si me vas a comprar güero?- decía juguetón el moreno mientras observaba con los brazos cruzados como daba suaves caricias a sus frágiles claveles de colores. 

-Claro, claro. Las flores que me diste ayer siguen bastante frescas, como si las hubiera comprado hoy mismo. 

-Pus' claro, soy el mejor vendedor de la zona, si no es que del pueblo. 

Las comisuras de los labios de Quackity se arquearon, formando una cálida sonrisa, una sonrisa que al verla, podían formar dos destellos en los ojos de Luzu. Sin duda, Quackity era un chico bastante apuesto y que cuya sonrisa siempre atraía a las señoritas que pasaban cerca de donde vendía solo para que el chico les regalara una sonrisa o una flor, dependiendo su ánimo. 

-Confiaré en ti, solo porque eres muy majo. 

Quackity inclinó la cabeza hacia un lado y le preguntó 

-¿Qué mierda es majo? 

El castaño cubrió su boca para soltar una pequeña carcajada. 

-Es como decir "simpático". 

-Que raros son los españoles...- susurró para sí mismo mientras sus ojos miraban hacía el suelo. 

Luzu no le tomó demasiada importancia y le pagó al azabache las flores que tenía en las manos, el menor le agradeció y se despidió de él con un "espero verte pronto de nuevo", sin esperar que sus palabras se volverían realidad. 

Luzu se había vuelto impaciente de algún modo, ya que no podía ni contar los fines de semana a los que iba a la estación solo para ver al chico, poniendo como excusa el esperar a su amigo de pelo blanco.

Él no podía esperar a volver a ver su reflejo en aquellos radiantes y negros ojos que lo esperaban con inquietud. 

En un día de esos, Quackity finalmente se atrevió a llamarlo por su nombre, tomando por sorpresa al mayor y dejándolo pensando, ¿cómo era que sabía su nombre? 

Entonces fue cuando el pelinegro le confesó que desde aquel primer encuentro, recordó como su compañero le había llamado, solo por curiosidad, claro. 

El chico de las flores azules || Luckity AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora