Cuando la conoció, sintió algo en el pecho, se sentía bien. Era la omega más hermosa de todas, con esos ojos verdes que le robaban el aliento y esa sonrisa con hoyuelos. Anne era perfecta. En su mente se grabó una película con el final más feliz de todos, aquella donde podía ver un castillo, niños y perro o dos, no importaba. Lo único que Miriam quería, era una vida a su lado.
Pero Anne tenía otros planes, uno en donde se acostaba con el hermano beta de la reina de Hazzel Kingdom. Desde el día que los encontró juntos, besándose y susurrando palabras de amor, todo cambió.
Por meses, la alfa intentó convencerse de que Anne la amaba, de que ella había bebido tanto que no escuchó bien y su hermano junto a su omega no estaban acostados en esa cama, ambos con el cuerpo desnudo. Eso no podía pasar. Ella era la reina, una alfa y Anne era su omega, aquella que le fue prometida desde los quince, cuando tuvo el celo por primera vez.
Eso debía ser una maldita broma. Pero no lo era. Porque ellas no habían intimado por decisión de la ojiverde, porque no se sentía cómoda y Miriam lo entendió, porque por esa omega sería capaz de inclinar la cabeza y mostrar redención. Algo que nadie de su casta haría porque se tomaba como vergüenza, como no ser suficiente para su pareja. Pero ella lo haría, haría todo por ver feliz a novia.
Sin embargo, la prueba de embarazo que yacía sobre la cama demostraba lo contrario.
Anne estaba embarazada.
Embarazada de Henry, el hermano beta de la reina.
Santa mierda.
Luego de eso las cosas cambiaron, la alfa se volvió fría y no le importaba nada, ni siquiera desterrar a su hermano. Lo que no planeaba, era que este muriera en el viaje que lo alejaría del reino, de Anne y de la vida que Miriam construiría para las dos, incluso si la omega se negaba.
Años después, Anne salió embarazada, esta vez de un niño de ojos verdes y cabello negro. Esta vez sí era su hijo. Uno al que amaría y defendería por siempre. Lástima que Anne no sobrevivió al parto.
Lo que no se esperaba, es que el primer mocoso, ese de rizos y hoyuelos, se presentara como beta, pero lo tomó de la mejor manera, porque ese niño no se quedaría con el reino. El problema vino después, cuando tenía comportamientos de alfa, o cuando decía oler a las personas y cuando desprendía un olor a chocolate. Los betas no debían hacer eso. Y mucho menos tener colmillos. Los betas no podían marcar ni ser marcados, eran el defecto de aquel mundo en el que vivían.
La cosa era muy simple, iba a ocultárselo, porque si Harry podía tener hijos con un omega, que era el único consorte que se le permitía tener a un rey, entonces sus planes fallarían. Y Miriam no permitiría eso, no si podía evitarlo. No dejaría que su hermano la arruinara la vida otra vez.
No dejaría que otro beta se interpusiera en su camino.
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Ryan se aclaró la garganta, burlón. Pudo ver como ambos chicos se tensaban y el aroma de Louis inundaba el lugar, con un pequeño toque a chocolate amargo.
—No es lo que crees —dijo Louis tan rápido como pudo al notar al alfa parado en la puerta. Se alejó de Harry pero se arrepintió al instante cunado el chico bajó la mirada. No, no lo está rechazando, solo quería espacio, esto no debería haber pasado de esa manera. Si la reina se enteraba, era capaz de condenarlos a muerte por traición y nadie se interpondría, ni siquiera sus padres. Así que con cuidado, tomó la mano del beta, y sonrió cuando vio que Harry lo hizo primero.
—¿Seguro? —preguntó el rubio con una sonrisa en su bonito rostro—, porque, según yo, Harry estaba metiendo su lengua en tu garganta, sin contar que, bueno, el chico tiene un pequeño problema en los pantalones —comentó con cierta burla en la voz, pero no lo hacía de mala manera. Simplemente eso era divertido. E irónico.
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Beta - [Larry]
FanfictionCuando Harry se ve obligado a escribirle cartas al prometido de su hermano por órdenes de su madre, la reina, jamás pensó que terminaría enamorado de aquel Omega de ojos azules y sonrisa cariñosa. Harry es solo un beta, mudo y ansioso. ¿Qué podría...