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Inarizaki, 7:40 PM

El gimnasio estaba vacío, Sakura había empezado a hablar más con los chicos del club de volleyball y no pudo evitar sentirse en casa, todos eran muy amables y carismáticos se había encariñado tan jodidamente rápido que daba hasta miedo.
poco a poco todos se habían ido y cuando quedó completamente sola en el gimnasio vacío y perfectamente limpio las lágrimas comenzaron a salir desenfrenadamente se había desplomado en el piso con sus brazos temblando, sus tobillos ardían y no quería sacar esas botas de boxeo.
─Hey ¿que haces aquí? ya es tarde niña golpeadora.─La voz desinteresada de rintaro sonó por el gimnasio sorprendiendo a Sakura quien creía que finalmente estaba sola.
─¿te volviste sorda? o...─ se calló abruptamente al ver a la chica temblar mientras era un mar de lagrimas, abrió ampliamente sus ojos y sus pupilas empezaron a temblar ligeramente al verla en ese estado.
─Rintaro, me duele mucho.─ mencionó la pelirosa con la mirada fija en sus pies.
─¿Que te duele? ¿los pies?─ pregunto para finalmente recibir una mirada afirmativa.
─¿Puedo quitar las botas?─ la chica se encontraba en un debate mental para al final asentir.
desamarro cuidadosamente las botas para levantar poco a poco su pierna y sacar la bota.
en medio del Proceso se detuvo múltiples veces por los quejidos que soltaba la chica, suna no era siquiera capaz de verla a los ojos, no quería ni imaginarse la expresión de dolor que tenía, solo pensarlo le helaba la sangre.
al finalmente sacarla la soltó abruptamente al ver su calza completamente empapada de sangre.
la mirada del chico se volvió completamente llena de preocupación.
bajo suavemente su pierna y fue corriendo en busca de un botiquín bajo la mirada transtornada de Sakura al ver el estado de sus pies.
sabía que esa sangre venía de sus tobillos.
rintaro volvió con vendas y desinfectante.
saco lentamente la calza y la dejo a un lado empezando a limpiar y desinfectar la zona.
─No se cómo hacer bien esto, no seas exigente.─Hablaba mientras atendía atentamente el tobillo de la chica.
─Gracias, en serio gracias rintaro, lo siento estoy temblando eso debe complicar todo.─hablo con la mirada baja atenta a los movimientos del mayor.
─No agradezcas, ni pidas perdón, ya casi termino.─ su mirada era filosa pero en este momento era suave y atenta.
hizo el mismo proceso con el otro tobillo.
─¿Quien te hizo eso? no es como que alguien fuera capaz de pinchar sus tobillos hasta que sangren de esa manera.─ volvió a su mirada afilada y su típica Póker face.
─yo... no lo sé, mis tobillos empezaron a arder cuándo termine el primer asalto, al final del segundo casi ni podía seguir de pie.─ dijo mientras secaba sus lágrimas.─Que vergüenza, un extraño me vio llorar y temblar en el piso como una tonta.─ bajo su cabeza y sonrió ante la vergüenza que le daba la escena ─No debería darte vergüenza, es casi inhumano que hayas durado tanto tiempo de pie alguien común no hubiera podido quedarse de pie en ese estado ni cinco minutos, eres muy fuerte.─ y de nuevo, sus ojos chocaron y sus corazones dieron un vuelco al ver los ojos del otro.
─Igualmente gracias, de no haber sido por ti me hubiera quedado toda la noche aquí hasta que alguien me encontrará.─
─¿Vives lejos de aquí? te llevaré.─hablo suna con su típica voz tranquila, no era seguro que una chica además herida saliera a esas horas.
─No es necesario, no vivo tan lejos puedo irme yo sola.
─No puedes ni pararte, no seas terca y vamos, donde queda tu casa.
sin previo aviso rintaro cargo a Sakura en sus brazos y pateo la puerta del gimnasio para dar paso.
─No era necesario, ya hiciste suficiente por mí.
─no iba a dejarte en ese estado ahí tirada.
con su pie suna toco dos veces la residencia de la ojiverde, donde una mujer de unos aproximadamente 47 años abrió mostrándose sorprendida al ver un chico cargar a su hija con ambos tobillos vendados.
─Pase, adelante.─La mujer estaba encantada con el chico mientras Sakura solo se avergonzaba del mero suceso.
suna termino por dejar a la chica recostada en su habitación viéndose por última vez.
─Gracias por todo rintaro.
─No es necesario agradecer, descansa Sakura.
el mero hecho de oír la voz de rintaro mencionar el nombre de Harukawa hizo que sus mejillas cobrarán color despidiéndose con la mano.

🍒

─Joder me duele hasta el cabello.
eran las once de la mañana y Sakura faltó a la escuela, no podía ir estando en ese estado.
un médico fue a su casa y dictaminó que solo era una hemorragia, menos mal la habían desinfectado a tiempo porque si no todo se hubiera vuelto aún más grave.
Sakura estaba echada en su cama revisando una y otra vez su teléfono en busca de si quiera una de sus amigas preguntando cómo estaba pero la bandeja de mensajes estaba vacía.
a pesar de que su madre intentará que Sakura comiera no comió nada en todo el día.
había dormido más de 20 horas y aún estaba cansada, no sabía siquiera si era cansancio de lo que había pasado ayer o de dormir.
vio fuera de su ventana y ya estaba oscureciendo ¿tanto había dormido? hasta hace unas horas era la mañana aún.
sin previo aviso llego su madre con una sonrisa brillante y la mirada iluminada
─Hija, unos chicos guapos vinieron a verte.─Su felicidad hizo confundir a sakura, pero era verdad que era la primera vez que siquiera un chico se asomaba en su casa para verla.
en la puerta de pudo divisar a kita y suna viendo hacía otro lado.
los ojos de Sakura brillaron ante ello nunca nadie había venido a verla cuando estaba enferma desde siempre.
Kita dejo una pequeña bolsa con vendas medicamentos agua y comida.
─Suna nos contó todo, el equipo te manda ánimos.
─Ya veo, muchas gracias en serio.
un silencio incómodo llego, Sakura no tenía nada que decir y sus mejillas se ruborizaron ante tal silencio.
─¿Tienes fiebre?
─¿¡Qué, no!?
Sakura se alejo estruendosamente ante ese acercamiento inocente pero que hizo que sus nervios salieran a flote.
─Yo- gracias a ambos por venir y no es por echarlos pero pueden irse? mañana volveré
suna saco su teléfono y tomo una foto de la cómica pose que tenía Sakura montada en la barandilla de su cama.
─Bien, vámonos.
─Que, no ¡Borra eso!

cherii | r. sunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora