Oficina

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Las ventanas en la oficina del jefe de la mafia habían sido cambiadas a unas que no te permitían ver desde afuera el interior de la misma, y solamente por "capricho", desde que el puesto del líder paso a Dazai Osamu.

Esto fue después de que el castaño asesinara a Mori en una pelea. Muchos se sorprendieron por la noticia; pero la mayoría ya sabía que eso pasaría tarde o temprano, sobretodo conociendo el temperamento del menor que era tan voluble, aunque nadie creía que el ascendería a los 20 años. Y sobretodo que su apoyo e informante para llegar tan rápido fue ni más ni menos que el asesino que ven 5 segundos en el futuro, Oda Sakunosuke.

Con ayuda del mayor, pudo llevar a Mori contra la espada y la pared y asesinarlo a sangre fría... o al menos eso es lo que decían los rumores.
Y aunque los rumores no decían porque lo había hecho y nadie se atrevía si quiera a preguntarle, el miedo que causaba el castaño estando solo o con el pelirrojo era algo que te hacía desear desaparecer para siempre.
Los rumores también decían que Dazai cambio los vidrios de las ventanas para evitar que alguien quisiera cobrarse venganza, después de todo, Morí aún tenía algunos amigos muy peligrosos.

Pero la verdad es que esos vidrios solo estaban ahí para que el castaño no pudiera ser visto mientras recibía caricias por parte de su amante. Su espalda sobre el escritorio, sus piernas rodeando la cintura de Oda, sus manos soltando los botones y sus labios ocupados con los contrarios. Ambos, solos, deseándose mutuamente con la mejor vista nocturna de Japón y sin que nadie los interrumpiera.

Ambos gimiendo sus nombres mientras buscaban la calidez en el otro. Dazai no estaba planeando ese encuentro, pero haber lidiado con los berrinches de Akutagawa lo había irritado de sobremanera y cuando Oda vino a buscarlo cubierto con un poco de sangre de su más reciente trabajo, oliendo a pólvora y con su equipo para cargar sus armas, no pudo resistirse a encontrar ese placer y calma que el pelirrojo le causaba

- ¿No crees que estás siendo algo rudo, Dazai?

- ¿Bromeas? Cuando usas estos no me puedo resistir-

Las delicadas manos del castaño pasaron de los botones a el porta pistolas de tela que se ajustaba perfectamente al pecho de Oda, solo para tirar de ellos e intensificar el beso un poco más.
El pelirrojo poco a poco iba deslizando los pantalones del menor, haciendo que Dazai se impacienta más. Le encantaba el tiempo que Oda le dedicaba a consentirlo pero a veces solo quería que fuera más rudo, más agresivo y que no lo tratara tan delicadamente, pero no podía decirle porque cada vez que quería protestar miraba sus profundos ojos azules que lo llenaban de maneras que nadie más podía. El solo hecho de verlo a los ojos era su antidepresivo de todos los días.
Su pantalón apenas había sido deslizado unos cuantos centímetros cuando alguien tocó la puerta. Ambos se detuvieron en seco y voltearon a ver hacia la puerta, uno mantenía su habitual cara despreocupada y el castaño tenía una sonrisa divertida y nerviosa por sentir que casi eran descubiertos.

- Oye, Jefe Dazai ¡Bastado!- gritaba un pelirrojo desde afuera de la oficina - Abre! Necesitamos hablar sobre algo!-

-Oh! Es Chuuya, debe venir por los papeles de esta mañana -

- ¿Olvidaste eso?-

- Tal vez- respondió coquetamente Dazai mientras abrazaba el cuello del mayor y le daba un pequeño beso en las comisuras sin ser correspondido- ¿Me perdonas?

La sonrisa del pelirrojo demostraba la gracia que le hacía el perturbado sentido del humor de su pareja pero no se encontraba sorprendido, es algo que esperaría de Dazai.

-Oye! ¿Sigues despierto?- el grito y los golpes contra la puerta se escucharon un poco más enojados que la primera vez.

- Ya hablaremos después de esto. Dile que entré, estaré bajo el escritorio-

Él es míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora