El Primer Día

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Lo primero que noto cuando despierto es lo mucho que me duele la cabeza. Es como si me dieran un golpe en el cerebro continuamente. Tampoco se me pasa desapercibido que estoy cubierta de pies a cabeza con una tela, una sábana probablemente.
Poco a poco voy escuchando unos murmullos, que terminan por convertirse en voces.
-...hacerlo-
-Por favor Mary, dame más tiempo-
-Tres horas, ni un minuto más. Ya han pasado 30 días desde que llegamos a Clain, y ella no despierta. ¿Cómo Esque no ha muerto? Es simplemente imposible. Aparte, no puedo pedirle a Antony que la esté cargando afuera cada vez que hay un terremoto.-
-Pero..-
-Tres horas.-
Oí una puerta azotarse, me pareció que me hubiera estrellado la cabeza contra la pared.
Gemí, el dolor me estaba matando.
Noté como retiraban la sábana de mi cuerpo.
-¿En serio has despertado ya?- preguntó alguien.
No tenía fuerzas ni para responder.
-¡Mary! ¡Ha despertado!- gritó.
-Shhh. Por favor, no grites. Siento que la cabeza me va a estallar- articulé.
-¡¡Mary!!-
Me agarré la cabeza con ambas manos, ¿acaso esta chica no sabe lo que es guardar silencio?
Unos segundos más tarde, entró la tal Mary.
Era una mujer alta y robusta. De cabello negro, corto y chino. Traía un delantal de cocinera.
Mary pareció entender de inmediato que algo andaba mal.
-¿Lo ves, Mary? ¡Te dije que despertaría!-
-Alice, deberías traerle agua.-
-Pero yo quiero estar aquí...-
-He dicho que le traigas agua- la cortó ella.
La chica (que al parecer se llama Alice) salió de la habitación.
-Ahora sí. Dime que tienes.- Pidió Mary firmemente.
Ya no aguantaba. Me puse que llorar.
-No puedo ayudarte si no me dices, vamos. Dime tu nombre.-
Tuve que hacer un esfuerzo para que mi nombre acudiera a mi cabeza.
-Dania- dije al fin.
-Hola Dania, soy Mary. ¿Qué es lo que te causa tanto dolor?-
Me señalé la cabeza.
-La cabeza. Mmm... Sólo relájate, ¿de acuerdo? Te voy a ayudar.- Dijo Mary.
Sólo recuerdo que me puso una mano en la frente, susurró algo, y caí profundamente dormida. Otra vez.

A la siguiente vez que desperté, un par de ojos azules me miraban de cerca.
-¿Cómo está tu cabeza?- preguntó la dueña de los ojos celestes.
Me llevé una mano a la cabeza. El dolor había desaparecido.
-Mucho mejor, gracias- respondí.
-Que bien. No me presenté la primera vez que nos vimos, me llamo Alicia, pero todos me dicen Alice.-
-Hola, soy Dania.-
-Me alegra muchísimo que haya alguien aquí de mi edad.- Reconoció Alice. -Ahora por fin tendré una amiga.-
Sonrió de una manera tan cálida, que no pude evitar imitarla.
-Ah, casi lo olvido- dijo después de un momento. -Mary, la mujer que vino el otro día, me dijo que le avisara en cuanto despertaras-.
Dicho esto, se fue de la habitación.
Me agradó Alice. Parece simpática. Aunque haya gritado mientras a mi me mataba el dolor de cabeza. No parece una chica muy adinerada, con su cabello rubio enredado y sus ropas sencillas; otra razón para agradarme.
De repente, tuve la gran sensación de que Alice y yo seríamos grandes amigas.
Cual equivocada estaba.

Hilos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora