Un nuevo hermanito debajo de mi cama

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Cuando cursaba tercero de primaria ocurrió una anécdota bastante divertida para algunos,  pero muy perturbada para mí, aun así me gustaría explicarla.
Todos los años, mis compañeros de escuela y yo participábamos en una competición que consistía en fabricar belenes con material reciclado, me encantaba aquella competición y por fin llegó el día donde se escogía el mejor belén de los que allí hubiera presentados. Recuerdo que aquel era el último día de colegio y luego empezaban las vacaciones de Navidad.
Una semana antes mi padre también participó en un sorteo de la empresa donde trabajaban, el ganador obtenía una gran panera con bebidas i comestibles. Aquel día también se sabría quién la habría conseguido, pues bien, mi padre fue el ganador, poco después me lo dirían pero antes quisieron gastarme una broma muy pesada. Resultó que el mismo día yo también gané la competición que se hizo con belenes i salí muy contenta de la escuela cuando mi madre y me primo me esperaban con un biberón.
- Para que es este biberón? Pregunté
- En casa te espera una sorpresa… Dijo mi madre partiéndose de risa.
- Si, en casa te espera tu nuevo hermanito!! Dijo mi primo con una gran carcajada…
- Un nuevo hermanito? Pregunté yo, bien sorprendida
- Si, ya te lo presentaremos, este biberón es para que pueda comer algo… Me explicaba mi madre como si se tratara de algo muy divertido.
Me encantaba la idea de tener un hermanito, siempre había soñado con el, de hecho todas las navidades pedía uno, en las cartas que le mandaba a papá Noel. Nunca llegaba, yo no recuerdo haber visto a mi madre embarazada, pero supongo que las ganas de tener un hermanito y la ilusión que me hacía, hicieron que  aquel día por primera vez creyera tener uno, me apasionaba la idea de poder darle de comer con aquel biberón que habían comprado.
Cuando lleguemos a casa mi madre y mi primo se dirigieron a mi habitación para presentarme a mi nuevo hermanito. Yo no podía ver donde estaba pero ellos levantaron las sábanas de mi cama i debajo de ella había una enorme caja. Me extrañó mucho que aquella fuera la cuna de un bebé, de hecho se escuchaban unos gritos demasiado agudos como los de un cerdo al que estuvieran sacrificando.
-Pero que veo en mis ojos?, no me lo puedo creer!
Aquello que había dentro de la caja era un cochinillo de verdad!!! Realmente me habrían traído a un cerdo como hermanito para que yo lo cuidara? Aquello no tenía sentido, mi familia habría perdido toda cordura en aquel momento, no podía creer semejante barbaridad! Me daba mucha pena aquel cochinillo, no quería verlo y mucho menos dentro de mi habitación, debajo de mi cama…
- Mira Sara es idéntico a ti! Dijo mi primo.
- Tu padre a ganado la panera de Navidad y este cochinillo venía con ella. Me explicó mi madre.
Aquel cerdo olía realmente mal y defecaba en todas partes. En cuanto me lo enseñaron recuerdo que aquel animal saltó de la caja y empezó a correr por toda mi habitación, mi madre se ponía mala al verlo pero yo me ponía peor de verlo chillar, como si lo fuéramos a matar. De pronto mi primo lo cogió como si nada y lo metió en mi cama, por un momento me recordó mucho a lo que hacía conmigo…  pues le ponía boca arriba i empezaba a lastimarle todo el cuerpo, esta vez lo hacía delante de mi madre y a mi realmente me daba mucha pena ver como aquel pobre animal estaba padeciendo.
-Para ya!!!! Grité muy enfadada.
Mi madre ya se había dado media vuelta como siempre, cuando había algo que hacía mi primo mal, ella hacía como si no hubiera visto nada.
Realmente fue muy desagradable ver como mi primo maltrataba aquel cerdo, recuerdo que al final lo llevaron a una granja para que lo sacrificaran, sentí mucha lástima pero en verdad aquel cochinillo no podría haberse quedado en mi hogar, por mucho que yo le hubiera cuidado, mi primo lo hubiera torturado como al perro que teníamos.
Blanquito fue mi animal de compañía durante muchos años en la infancia, era negro como el tizón pero a mi me gustaba llamarlo Blanquito, aquel perro realmente estaba traumatizado por mi primo. Recuerdo que siempre estaba fornicando y esto sería por las prácticas sexuales que mi primo mantenía con el, yo lo había visto otras veces como le tocaba sus partes y me enseñaba anatomía con el perro. Blanquito siempre se escapaba, siempre se defendía mordiendo y fue inevitable que lo acabaran envenenando por su mala conducta. Yo podría haber acabado como mi perro defendiéndome de todo, pero supongo que mi instinto de supervivencia era distinto, entonces estaba tan atemorizada que prefería guardar silencio y seguir los pasos de mi familia haciendo como si nada hubiera pasado. En la actualidad sigo haciendo lo mismo pero hay algo dentro de mi que quiere morder, si no fuera por el miedo yo también hubiera acabado envenenada o sacrificada por alguien, supongo que por eso sigo callada pero en este libro explicaré todo lo que me han hecho sufrir, de una forma más sutil pero con la misma intención que blanquito:
Sobrevivir!

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