2. Renunciar a los sentimientos

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A pesar de todos mis intentos por conseguir un asiento cercano al mío para Chiara, no podía abandonar a mi mejor amigo Giulio y Livia estaba muy feliz de compartir lugar con ella. Terminaron por sentarse juntas ese día. El director pasó un rato por nuestro curso para volver a presentarnos a la nueva alumna, la hizo pasar enfrente de todos y habló sobre la importancia de que la hagamos sentir cómoda, que la ayudemos a ponerse al día, entre otras cosas. Cuando no creí estar oyendo nada nuevo, dijo:

—Y bien, me alegra que la hayan recibido bien, pues como sabrán, recientemente añadimos varias actividades muy interesantes, entre esas el baile— carraspeó— Chiara Pasquali se encargará de poner en alto a Galileo Galilei. Será la alumna prodigio que liderará en las clases de baile— palmeó el hombro de la estudiante con honra.

Todos la aplaudimos con vehemencia, felicitándola por la buena noticia y el próximo rol que tomará como una gran bailarina de la escuela. Ella solo se limitó a reír por las palabras de apoyo repentinas y el buen recibimiento, se veía algo roja y avergonzada.

—¡Vamos Chiara!— grité al unísono de los aclamos.

—¡Ya quiero verte bailar!— exclamó Arianna seguido de aplausos de fervor, provocando miradas de sorpresa por parte de Livia, Monica e Isabel.

El director se retiró y Chiara pasó a sentarse nuevamente. Aproveché el momento justo donde conectamos miradas, para regalarle una sonrisa dulce y de la misma manera me sonrió a lo lejos antes de tomar asiento. La profesora presente, inició con las indicaciones de la clase mientras sacábamos los materiales.

—Pietro, hay algo que me llama mucho la atención de Chiara— comentó mi amigo seguido de un suspiro con una leve sonrisa— sabes, cuando nos saludamos, yo sentí qu-

—Lo sé, es demasiado bonita ¿no crees?— miré a Giulio con emoción— definitivamente la invitaré a salir, creo que me gusta.

Giulio no respondió, me miró boquiabierto con una mirada extraña que me era difícil descifrar. Tomé un bolígrafo y comencé a anotar en mi cuaderno de cálculo lo que escribía la profe en la pizarra, sin poder sacarme la sonrisa atontada que el haber intercambiado sonrisas con Chiara me provocaba.

Giulio

La confesión precipitada de Pietro me cayó como balde de agua fría, era obvio que pronto se interesarían en una chica tan llamativa como Chiara, pero no me esperaba que Pietro lo hiciera tan rápido. Le estaba por decir que sentí algo distinto en cuanto nos acercamos, que a mi me interesaba también y que quería pasar más tiempo cerca suyo. Lo hubiera hecho de no haber sido por su desafortunada interrupción, se veía muy emocionado por la llegada de ella. Caí en cuenta de que pasaban los segundos y aún no había respondido a su comentario, entonces improvisé e intenté dar la reacción más positiva y natural posible.

—¿No te gustaba Livia?— cuestioné seguido de una leve risa— creo que te estás apresurando.

—Bueno, ambos sabemos que Livia me dejó en la friendzone— rió— desde ahí ya no me ha dado una respuesta clara. Prefiero apresurarme a intentarlo con Chiara.

—Eso es.. muy valiente de tu parte.

—Lo sé.

Nunca antes nos había gustado la misma chica, ni siquiera cuando besó a Arianna por aquel tonto reto que acordamos y que me pasó factura emocionalmente por un buen tiempo. Lo dejé terminar sus anotaciones mientras yo fingía observar la pizarra, cuando en realidad me sentía decepcionado, sin saber a dónde iría lo que sentía.

Tras pensar mucho en ello, desconcentrado de la clase y mirando algún punto fijo del suelo, decidí actuar como un buen mejor amigo y renunciaría a todos mis sentimientos por Chiara para que Pietro pudiera tener el camino libre sin culpas. Total, solo era una chica ¿verdad? Por un momento casi olvidaba que mi crush de siempre era Arianna, y así debía de seguir siendo para que no tengamos ningún problema entre nosotros.

Fue bueno que Pietro no me terminara de escuchar, porque de ahora en más, lo que sintiese o no sintiese por Chiara era algo sumamente personal que él no tenía por qué saber. Mi mejor amigo merece ser feliz, no seré yo quien le quite el entusiasmo de conocer a la chica nueva.

Chiara

A la salida, antes de irse, Monica me invitó a pasar la tarde con las chicas, en el bar cercano a la playa. Me ayudarían a ponerme al día con las tareas y pasaríamos toda la tarde hablando allí. Todas se comportaron muy amables conmigo e inmediatamente me hicieron sentir parte del grupo, lo que me hizo ilusión pues no me esperaba que me fuese tan bien. ¡Mi primer día de clases estuvo fantástico! Daniele y Mirko también se adhirieron al plan a último momento. Mientras más éramos, mejor para mí para conocerlos mejor a todos. Pietro fue el primero en irse, su padre vino a recogerlo por lo que no pudimos decirle del plan de la tarde. Daniele dijo que le mandaría un mensaje para avisarle.

Mis mejillas se enrojecieron al momento que recordé el tierno saludo de Giulio, sin duda era un chico muy simpático. Me habían contado que solía ser más hablador en clase, pero durante todo el día no pude charlar más con él. Por alguna razón fue el único que fue a practicar baloncesto con Michele, a pesar de que según Isabel hoy no era día de práctica. Estábamos unos cuantos reunidos en la salida, la mayoría ya se iba a casa pero Livia quería esperar para avisarle a Giulio del plan porque aún no salía del aula.

—Ya estoy aquí, lamento la tardanza. La profesora de historia me dio un trabajo extra— bufó Giulio— ¿qué tenían que decirme?

—Esta tarde nos reuniremos en el bar de la playa para ayudar a Chiara con las tareas y de paso, pasaremos el rato— habló Livia— ya le avisamos a Pietro, y dijo que irá. ¿Vienes?

Giulio pareció dudar por un segundo, pero finalmente dijo que sí. Me distraje por unos segundos mirando al suelo y cuando subí la vista, él me estaba observando con sus tiernos ojos café y sonrisa afable.

—Estaré allí. Nos vemos chicos— se despidió con la mano, no sin antes darme una última mirada rápida antes de alejarse.

Su largo cabello color chocolate se movía a la par de la brisa cuando se alejaba, haciéndome sonreír por las bonitas ondas formadas en las hebras, sacudiéndose en todas las direcciones al caminar. Tenía que admitir que era guapo, y ansiaba poder vernos de nuevo en la tarde, así como todos los días.

...

Madly in Love | Giulio PaccagniniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora