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La bulla se escuchaba a distancia, con bastantes conversaciones llenándose por los pasillos, aquella chica con audífonos y una espulcrante actitud caminaba entre aquellas personas prenombradas como "adolescentes".

Cuando llegó a su aula correspondiente, el ruido se detuvo, murmuros colliseaban por el salón, para respectivamente ser el blanco fijo de la mayoría, la siguieron con la mirada hasta que ésta se sentara en un pupitre al otro lado del lugar, en la segunda fila.

Se sacó los auriculares, para darse cuenta que era el centro de atención, algunos la miraban con burla, una o dos personas admiraban su belleza, otras simplemente le tenían envidia.

Ella se inmutó y los ignoró, no quería problemas para su primer día.

Todo fue tranquilo hasta que una chica, de tez clara y ojos oscuros se acercara hasta ella.

Era muy bonita a decir verdad.

– Hola, ¿puedo sentarme aquí?. —. Preguntó alegremente apuntando al asiento del costado.

– Ah, sí. —. Contestó con indiferencia la azabache, quien se dispuso a sacar su Nintendo y jugar antes de que las clases comenzaran.

– Oye, ¿te han dicho lo hermosa que eres?, porque tu belleza opaca todo el salón. —. Intentó coquetear, aunque sorprendentemente la azabache la ignoró.

Lo repitió un poco más fuerte, para saber si realmente no la había escuchado al principio, pero lo que recibió fue una mirada fría con desinterés.

La rubia, por su parte, la miró extrañada, pero ya no dijo nada.

Los presentes se quedaron mudos, nadie la había rechazado a la rubia de esa forma, es más, por lo que se sabía, nadie la había rechazado jamás, porque era la chica más popular y hermosa de esa escuela.

O lo era, hasta que llegó ella.

Y eso ameritaba un reto.

Un reto muy precipitado en realidad.

~•~

El timbre ya había sonado, todos los profesores se dirigían a sus respectivas clases, y para dar una gran "impresión" a sus alumnos, hizo lo peor que cualquier estudiante nuevo odia.

Les hizo presentarse frente a todo el salón.

O más bien, la hizo presentarse a ella, que era la única nueva allí.

La llamó por su apellido para que lentamente vaya hacia la pizarra y comenzara a dar su discurso.

Pero como ella era muy reservada, habló todo secamente sin desviar su mirada de un punto de alguna pared, cuando terminó, no dijo nada más y se dirigió hacia su asiento.

Todo era un silencio, que rompió sorpresivamente una chica que acababa de llegar, al parecer, tarde, como siempre.

– P-profesor, y-yo... Tengo una explicación. —. Tartamudeó agitada, tratando de recuperar el aliento.

Cuando lo hizo, dio una explicación muy exagerada como para poder creer, pero por ser el primer día, la dejaron pasar solo por esta vez.

La asiática ni había recibido su presencia, no hasta que la morena se sentara justo a su atrás.

Volteó fugazmente para observarla, era preciosa, eso no se discutía, pero tenía algo que le daba un toque de rebeldía y misterio. No notó mucho porque, al analizarla el tiempo más de lo debido, ella se percató ser observada, y así hicieron un leve contacto de miradas, lo cual Marcy lo cortó rápidamente.

Se volteó veloz para acomodarse en su sitio y suspiró, este día no sería tan malo como pensaba, ¿verdad?.





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¿Qué es el cerezo de los sueños? [Marcanne] / Editando/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora