CAPÍTULO IX: Corazones destrozados

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Omnisciente.

En el regazo de Dayana, descansaba la cabeza de su pequeña hija tras varias horas en las que se obligó a estar despierta, lográndolo con éxito durante varias horas, pero ya eran las 4 de la madrugada y Kiara no pudo resistir más.

No así su madre y el matrimonio Linguini, el cual esperaba impaciente a que el Doctor Reece Morgan saliera de la sala de operaciones en donde la paciente en la camilla, era la pequeña Abby.

Enredado en los dedos de Alexandra, había un rosario, ninguno de sus acompañantes era muy religioso aparte de Kiara, algo más bien de influencia de su padre y de su mejor amiga, mientras que Patrick y Dayana decidían mantener su fe en las habilidades de Reece.

Apenas el médico sale, el hacker se levantó al instante junto a la madre de su hija y se acercaron a este en busca de noticias.

-El corazón de Abby no resistirá mucho tiempo -habló directo aún con los sollozos de la pelinegra-. Va a necesitar un trasplante de urgencia.

-Podemos pagarle a cualquier donador, Reece -imploró Patrick-. El dinero no es el problema. Por favor, es una niña... mi niña. Ella no puede morir ahora.

Dayana se mantuvo con la cabeza fría y acomodó el cuerpo de su hija dormida cubriéndola con su chaqueta. Se acercó a su padre y ambos se alejaron un poco.

-Papá, ambos sabemos que hay algo más... podemos alterar la lista de espera pero... -la joven fue interrumpida por su padre.

-El único corazón compatible con Abby, es el de Angelique.

La respiración de Dayana se cortó por varios segundos, procesando la noticia y de por sí, la mención de su fallecida hija. No, Dayana no la había olvidado, mucho menos se había perdonado a sí misma el haberla perdido, pero siempre prefirió evitar el hablar sobre su pequeña, nunca quiso abrir esa herida de nuevo, menos teniendo a otra hija que la necesitaba.

-Por alguna razón, el tipo de sangre de Angelique es igual al de Abby, y ella tiene el grupo de sangre de Alexandra...

La misma idea rebuscada de su padre hizo eco en la cabeza de Dayana.

¿Sería que...?

-Day -la voz de Patrick a sus espaldas le alertó para voltearse y ver a su hija recién despertada.

Kiara la veía confundida, con el pelo algo desordenado pero con autoridad en su sola presencia por muy pequeña que fuera. Al ver a su hija, Dayana tomó una decisión.

-Esta decisión no es sólo mía. -profirió la Morgan Dordain.

Se puso a la altura de Kiara y la miró a los ojos con seriedad.

-¿Qué ocurre mami? -cuestionó la niña.

-El corazón de Abby no está funcionando, mi amor -le explicó con dulzura-. Por eso necesita uno nuevo.

Kiara asintió algo pensativa.

-¿Le puedo dar el mío para que se recupere? -preguntó con los ojos aguados.

Los sollozos de Alexandra, conmovida por la nobleza de su ahijada, quebraron lo poco de autocontrol que tenía Dayana y un par de lágrimas que recorrieron sus mejillas.

-Tu corazón solo te pertenece a ti, Kiara Morgan-Mascherano -acarició su mejilla y la niña limpió las lágrimas de su madre con sus manitos-. Sabes que hay un ángel que te cuida todos los días ¿verdad?

Kiara asintió con una sonrisa.

-Mi hermana, Angelique. Ella está en el cielo ¿cierto, mami?

-Claro que sí -asintió con el pecho oprimido, hablar de su difunta hija no era algo fácil para ella-. Pero su corazón sigue aquí, vivo, y puede ser el nuevo corazón de Abby -buscó los profundos ojos grises de la niña antes de formular la pregunta más compleja para ambas-. Angelique era tu gemela, Kiara, y quiero que tú seas la que decida si su corazón irá al trasplante de Abby o nos quedamos con él.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2022 ⏰

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